martes, 30 de marzo de 2010

Capítulo 30.


-No, supongo que no hay problema.

Avanzamos a lo largo de aquel desierto durante unos minutos. El calor era sofocante, ni siquiera el sombrero que llevaba puesto me ayudó a aliviarlo. Eso me hizo caer en la cuenta de algo.

-Mike…creo que tú necesitas más el sombrero que yo.

-Lo dudo. ¿Te has visto? Parece que te vas a desmayar en cualquier momento.

-Pero tú…tienes alergia al sol.

-¿Desde cuándo?- dijo riéndose.

Mierda. Me pregunté en mi fuero interno cuántas veces más iba a meter en la pata en lo que quedaba de mañana. Busqué una respuesta ingeniosa, pero no la encontré. Por suerte, llegamos a una especie de tienda de campaña, donde se encontraban 2 camellos. Los miré con desagrado. Michael en cambió se acercó a uno de ellos y comenzó a acariciarlo. Se giró hacia mí.

-¿Verdad que son dulces?

-Sí, es una cosa…

Vino hacia mí y me agarró de la cintura.

-Venga, sube.

-¿Es necesario?

-No sé, tu misma.

Suspiré e intenté subir, lo cual no lo logré, por lo que Michael me cogió en brazos y me ayudó a subir. Se colocó detrás de mí. Me sonrojé de nuevo al tenerle tan cerca de mí, a sentir su cálida respiración en mi cuello.

-¿Están listos?- preguntó la guía.

Sacudí la cabeza, aturdida. Empezamos la marcha.

-Coge las riendas- me susurró él al oído- estos animales son muy despistados.

Le obedecí. Era realmente incómodo viajar en camello, a cada paso se movía mucho, provocando que Mike y yo estuviéramos en continuo contacto. Y eso, no ayudaba nada. El trayecto transcurrió en silencio. A veces la guía nos contaba anécdotas de aquel lugar, así como del clima, la temperatura, la fauna…

Tras media hora en ese incómodo medio de transporte llegamos a Keops. Bajé del camello y admiré la belleza de tal construcción. El sol incidía en la cumbre de la pirámide, proyectando su sombra en el suelo. Caminé hacia ella y posé mi mano sobre uno de los ladrillos. Fue algo mágico. Pude sentir la historia, la magia, las leyendas de cientos de años al alcance de mi mano.

La voz de Michael me sacó de mi ensoñamiento.

-Mágico…¿verdad?

-Sí, es increíble. Realmente no tengo palabras.

Después de un largo rato, entramos en la pirámide. La roca estaba fría, lo cual hizo que la temperatura ambiente bajara muchos grados. Percibí un brazo sobre mis hombros. Era el suyo. Bajamos a lo largo de aquellos lúgubres y angostos pasadizos, iluminados con antorchas. La guía nos ofrecía su habitual monólogo, pero no la presté atención alguna. Pasamos por delante de un sarcófago.

-Dicen que el alma de los faraones fallecidos velan su tumba, protegiéndola- comentó aquella mujer.

-¿Sabes que todos los faraones que han muerto, en su mayoría han fallecido por amor?- me preguntó Michael en un determinado momento.

-No, no lo sabía.

-Pues sí, así es. Supongo que el amor es lo mejor y lo peor que le puede pasar a alguien en la vida, ¿no?

Me giré sobre mis talones para mirarle. Me sorprendió la manera en que había adivinado mis pensamientos, era como si viera dentro de mí.

-Lo dices como si tu hubieras sufrido mucho por amor…-comenté haciéndole burla.

-Pues claro que sí. Al menos en mi adolescencia. Ahora ya no.

-No hace falta que lo jures. Tienes a medio mundo a tus pies.

- No me interesa tener a medio mundo a mis pies. Me interesa tenerte a ti, pequeña.

Nuevamente pestañeé, asombrada. ¿Dónde había recibido semejantes clases de seducción?

Michael se acercó a mí lentamente, con el semblante serio. La luz de las antorchas se reflejaba en sus ojos, dando la sensación de que literalmente tenía fuego en la mirada. Me aprisionó contra la pared. Miré a nuestro lado, dónde se encontraba uno de los sarcófagos.

-No creo que a nuestro amigo el faraón le haga mucha gracia que nos dejemos llevar delante suya.- dije intentando ser sarcástica.

-¿Tú no sabes que a los faraones les quitaban los ojos, las orejas, y la lengua al morir? No puede ni vernos, ni escucharnos, ni decirnos nada.

-Mira que eres macabro a veces- comenté sacándole la lengua.

El sonrió una vez más. Y volvió a presionar sus labios contra los míos.

2 comentarios:

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  2. Sabes bien como manejar la intriga y dejarlo justo en el punto exacto

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