jueves, 24 de junio de 2010

Cuestión de horas.


Tengo miedo.
¿Conoces esa sensación...cuando estás a escasas horas de un momento crítico, en la cual el pecho se te oprime, no tienes apetito, pero tampoco sed. Esa sensación que te provoca naúseas, que te obstruye la garganta, impidéndote hablar. La misma que hace que te piquen los ojos, que te eches a llorar, a gritar de la impotencia.¿La conoces? se le llama miedo.
Miedo a SU AUSENCIA.


Comienza mi desmoronamiento.


Lo siento chicas...pero hoy y mañana...me será imposible subir capítulos.

Sencillamente, no puedo.

martes, 22 de junio de 2010

Capítulo 61.


En ese momento, enfadarme no tenía demasiado sentido, ya que no encontraba la fuerza para ello, por lo que me dediqué a taladrarle con la mirada. Él sólo me devolvió una angelical sonrisa.

-He estado preparando unas tostadas. ¿Te gustan?

-Te odio, Michael. ¿Por qué me haces esto?

-Yo no he hecho nada. Has empezado tú.

Fruncí los labios con fuerza. ¿Por qué siempre tenía que llevar la razón en todo?

-Pero luego tú me has besado.

Volvió a reír, sólo que en esta ocasión con desdén.

-No, ha debido ser imaginación tuya. Con ese golpe que te has dado, no me extrañaría que deliraras.

Abrí la boca, sorprendida. Estaba completamente segura de que no habían sido imaginaciones mías, pues aún sentía el tacto de sus labios sobre mi cuello. Pero aún así…verle tan sumamente convencido de sí mismo me hacía dudar a mí.

-Pero…

-Mira, te voy a decir lo que ha pasado. Te has dado un buen golpe, y te has desmayado. Fin del asunto.

Analicé su mirada, en busca de alguna respuesta oculta, pero no hallé nada más allá de sus penetrantes ojos negros.

-Puede que tengas razón.

-Siempre la tengo. Bueno patosa, dime qué quieres de desayunar.

-Un café, por favor.

Durante el desayuno no hubo ningún incidente. Estuvimos hablando de su carrera, de su última gira, y del proyecto de su nuevo disco. El incidente de por la mañana parecía habérsele olvidado, pero no podía decir lo mismo de mí. Aún seguía dándole vueltas. No solía tener sueños tan vividos y reales. A mitad de la conversación, percibí que Michael me observaba con más atención de la que me tenía acostumbrada.

-Emmm… ¿me he manchado?

Él soltó una carcajada, negando con la cabeza.

-No, boba. Es sólo que hay una cosa que me llama la atención.

-¿El qué?

En vez de responder, se sentó a mi lado y acarició con suavidad mi rostro. Me aparté ligeramente, asegurándome así de que me asaltaran las ganas de besarle.

-Es sólo que…no has cambiado nada. Mírate. Eres la misma de hace 5 años.

Me sonrojé, pero no por sus palabras. Si no por el miedo que me daba que pudiera sospechar algo.

-Supongo que me conservo mejor que tú- contesté sacándole la lengua.

-Boba- se carcajeó mientras me daba un leve empujón.- al final tendré razón.

-¿Razón en qué?

- En que eres mi Campanilla

Sonreí con tristeza al recordar aquel año, el año en el que empezó todo. El año en el que nos conocimos, en el que surgió una nueva amistad, una nueva historia de amor. Michael lo notó y me rodeó con sus brazos.

-Lo echas de menos, ¿verdad?

Asentí, y no pude evitar que una lágrima cayera por mi mejilla. Agaché la cabeza y le escuché sonreír. Con sus dedos retiró con dulzura la lágrima de mi rostro.

-Era todo tan sencillo Mike…-un escalofrío me recorrió al pronunciar ese diminutivo. La última vez que le había llamado así fue en Egipto- éramos sólo tú y yo. Amigos, pareja…eso es lo de menos. Pero éramos los 2 juntos, pasase lo que pasase.

-Yo también extraño esos momentos. Pero no podemos hacer nada. Tú has rehecho tu vida…y yo la mía. No podemos volver atrás en el tiempo.

“Ya, seguro….”pensé para mis adentros. Menuda ironía.

En esa ocasión fui yo la que no dijo nada. Seguí con la cabeza agachada, con la mirada perdida…con la mente en…neverland. En Egipto, en Madrid, en sus labios, en su sonrisa. Me iba a volver loca de seguir en esa situación. Escuché a Michael suspirar.

-No sé qué hacer, pequeña.

Levanté la mirada y le observé un periodo de tiempo inmensurable.

-Vámonos.

Él sostuvo mi mirada, apenas sin parpadear.

-¿A dónde?

-No importa. Vámonos. Los 2 solos. Como al principio.

-¿Cómo sé que no te volverás a ir?

Con aquella pregunta me desarmó. Efectivamente, y una vez más, tenía toda la razón del mundo. Y muy a mi pesar, tenía que aceptar que todo lo que había sucedido, si nos habíamos separado, era culpa mía. O de Eric, en su defecto. Pero aquella vez no volvería a suceder, me lo juré a mí misma. Tomé las manos de Michael entre las mías. Le miré, y en sus ojos pude ver una vez más ese debate interno.

-¿No lo recuerdas, Michael? Te lo dije…y lo mantendré. Siempre estaré contigo. Hasta el final.

Deseé con todas mis fuerzas que me creyera, que dejara de dudar en mis palabras. Michael suspiró e inhaló profundamente, por lo que supe que estaba a punto de contestar.

Mi móvil vibró. Miré la pantalla: Judith.

-Cógelo- susurró Michael – puede ser importante.

Resoplé y contesté de mala gana.

-Dime.

Escuché el llanto angustioso de Judith al otro lado de la línea. Súbitamente, me alarmé.

-Judith, ¿estás bien? ¿Qué ha pasado?

-Es James. Ha tenido un accidente. Y los médicos no saben si va a salir de ésta.

domingo, 20 de junio de 2010

Capítulo 60.


La claridad del día llegó hasta mis ojos, obligándome a abrirlos. Con un gran esfuerzo por mi parte, lo hice. Y con gran incredulidad descubrí que desconocía el sitio en el que me entoncontraba. No era mi apartamento, ni la casa de James...ni Neverland, desgraciadamente. Me incorporé para observar con más detalle el lugar en el que yacía. Se trataba de una pequeña habitaciión, cuyas paredes estaban pintadas de un amarillo pálido. Percibía el piar de los pájaros, pues la ventana (de aspecto claramente rústico), se encontraba abierta. Me asomé a la ventana. ¿Dónde me encontraba? Lo único que rodeaba la pequeña casa era un extenso campo, con flores de todos los colores y tamaños posibles. Inspiré con profundidad, llenando mis pulmones de aquel aire puro. Un ruido procedente desde fuera de la habitación captó mi atención. Giré con lentitud y abandoné la habitación. Atravesé un pequeño pasillo hasta llegar a unas escaleras de caracol. Me sentía fascinada por la belleza y encanto de esa pequeña casa...me recordaba a las casas de los cuentos de hadas, tales como la cenicienta, Blancanieves...
Un agradable olor a tostadas ascendió por la escalera. Me sonaron las tripas, lo cual no me extrañó, pues el día anterior no había probado bocado.
Descendí las escaleras de dos en dos, trastabillando en el último par de escalones, y cayendo de una forma muy poco elegante sobre el suelo de madera, golpeándome la cabeza fuertemente sobre él. Escuché unos pasos acercándose hacia donde yo me encontraba. Me dolía muchísimo la cabeza, así que cerré los ojos. Percibí como alguien se arrodillaba a mi lado. No me hizo falta mucho tiempo para darme cuenta de quien se trataba.

-Oh, dios...¿estás bien?- preguntó Michael alarmado.

-Sí...no...la verdad es que me duele un poco la cabeza.

-Déjame ver.

Abrí los ojos y observé su expresión preocupada, mientras me retiraba la mano de la cabeza. Chasqueó la lengua.

-Te has dado un buen golpe...de hecho...estás sangrando.

-Oh, genial.- farfullé.

Apoyé las manos en el suelo, intentando levantarme, pero la mano firme de Michael sobre mi hombro me lo impidió.

-No te muevas.

No me dió tiempo a responder. Me cogió en brazos y me depositó con suavidad sobre un sofá. Algo húmedo resbaló por mi mejilla. Lo recogí con el dedo y lo examiné: sangre. La habitación comenzó a darme vueltas.

-Ahora vuelvo.-susurró.

Volví a cerrar los ojos, pues sólo así conseguía hacer desaparecer el dolor. En apenas un par de minutos, escuché a Michael a mi lado, comenzó a limpiarme la sangre con un paño húmedo. Mi cuerpo agradeció ese tacto, permiténdome abrir los ojos. Y allí estaba él, mi milagro personal, cuidándome la herida con sumo cuidado.

-Michael...

-¿Sí?

-¿Dónde estamos?

-Pues...ayer te iba a llevar a tu casa, pero vi que no llevabas llaves. Así que te he llevado a uno de mis escondites.

-¿Cuántos escondites tienes?- pregunté frunciendo el gesto.

Él rió con suavidad.

-Cientos, de cientos, de cientos...bueno, la herida ya ha dejado de sangrar. ¿Cómo te encuentras?

Me incorporé rápidamente, lo que provocó que me mareara, volviendo a caer sobre el sofá. Michael frenó la caída con sus brazos, sosteniéndome. De nuevo apenas había distancia existente entre nosotros. Ninguno de los 2 se movió. Observé sus labios entreabiertos, que previamente habían sido humedecidos. Desconocía el motivo, pero mi respiración se agitó, a la vez que los latidos de mi corazón se aceleraron. Las ganas de besarle crecieron en mi interior, pero no podía hacerlo. Intenté encontrar un consentimiento en su mirada, pero no lo encontré. Ni tampoco una negación. Eché un vistazo rápido a la habitación, como queriendo cerciorarme de que nadie nos observaba, y después, presioné mis labios contra los suyos. Casi al instante, me arrepentí, pues Michael no hizo movimiento alguno, ni contestó al beso. Pero cuando comencé a alejarme, me rodeó con sus brazos, tumbándome de nuevo en el sofá. Me apartó el pelo de la cara, y volvió a besarme, pero en esta ocasión, con más pasión de la que había recordado en mucho tiempo. Sentí como hervía la sangre bajo mi piel, elevando así mi temperatura corporal. Cerré los ojos, obligándome a respirar, a mantener la calma, pero era imposible...y más aún cuando Michael comenzó a darme pequeños besos por el cuello, siempre de aquel modo tan dulce pero a la vez pasional. Emití un leve gemido, a causa de la excitación que él estaba haciendo aflorar en mí, y entonces...se separó de mí. Esbozó una sonrisa y se levantó del sofá.

-Lo siento. ¿Qué quieres desayunar?

__________________
Chicas, muchísimas gracias por el apoyo del otro día. Entre todas conseguisteis sacarme una sonrisa, y no sabéis cuando lo necesitaba.
No sé que haría sin vosotras, de verdad :)

Por cierto...si alguna tiene dudas sobre la historia, sobre su desarrollo, o simplemente le apetece charlar un rato, aquí os dejo mi Msn :D
suzu_cb_90@hotmail.com

Un besazo, y miles de graciaas :)

sábado, 19 de junio de 2010

Capítulo 59.


Me ruboricé hasta límites insospechados. Miré a Michael de reojo. Mostraba una sonrisa torcida. Parecía divertirle aquello.

-Yo...bueno...yo...-tartamudeé. ¿Desde cuando se me había olvidado hablar en su presencia? ¿Por qué sentía como si me hubiera vuelto idiota?.

-¿Sí...?-preguntó él.

Recortó la distancia entre nosotros. Tenía los labios entreabiertos, por lo que podía percibir su dulce y frío aliento en mi rostro. Michael no desvió sus ojos de los míos, los cuales ejercían un extraño magnetismo en mí, que me obligaban a a seguir mirándole. Mordió su labio inferior, de ese modo que me hacía perder la cabeza, e hizo ademán de besarme. Como si de un resorte se tratara, me alejé rápidamente, respirando con dificultad. Si seguía así, me iba a costar mucho más de lo previsto guardar las formas y ser esa amiga perfecta que él quería que fuera.Le lancé una mirada envenenada. Él, en cambio, sonreía burlón.

-No le veo la gracia- comenté.

-Yo tampoco.

-Pues no lo parece.

-Sólo quería hacerte ver por qué deberías trabajar conmigo.

-No parece esa la mejor forma.

Michael soltó una carcajada.

-¿Lo dices en serio?

Resoplé. Él siempre había tenido esa capacidad innata para hacerme sentir idiota, pero sobre todo, para enfadarme. Me levanté de la silla y rodeé la mesa para marcharme. Su mano aferró la mía con agilidad. Sólo ese roce provocó que me estremeciera.

-No te vayas- pidió.

-¿Ah, no? ¿y por qué debería de quedarme, Michael? ¿para que digas que no podemos ser otra cosa que amigos y luego te comportes así conmigo...?

-Tienes razón. Perdóname.

No tenía intención alguna de hacerlo, pero al verle curvar las comisuras de sus labios hacia abajo, y al escuchar esa voz lastimera, no pude evitarlo. Aquello podría derretirle el corazón a cualquiera.Miré el reloj. Las 5. No quería, pero el cansancio comenzó a hacer acto de presencia.

-Michael, lo siento...pero estoy agotada. Ha sido un día muy intenso.

-¿Quieres que te acerque a casa?

-No, estoy bien. Iré caminando.

Puede que Michael me hubiese dejado marchar si no me hubiese tambaleado al caminar un par de pasos. Me sostuvo la mano, evitando que me cayera al suelo.

-Vives lejos de aquí...quédate a dormir en Neverland.

El sopor se esfumó de golpe

-¿Cómo me voy a quedar a dormir en Neverland, Michael? ¿Y Lisa?
Lo meditó unos instantes.

-Tienes razón.

Suspiré tranquila y dejé que me llevara hacia su limusina. Me senté a un lado e intenté acomodarme entre el asiento y la puerta. Escuché a Michael reírse.

-Ven, anda.Lo miré un par de segundos.

-No sé si...

-¿No quieres? Como antaño...¿lo recuerdas?

Sí...claro que lo recordaba. Largas noches abrazada a él, apoyando mi cabeza en su pecho, mientras él me cantaba dulces canciones al oído.No le respondí. Me deslicé a su lado y me apoyé en él. Ese contacto trajo consigo miles de recuerdos, miles de momentos que añoraba. Michael me rodeó con uno de sus brazos, y besó mi pelo con suavidad. Ese era el Michael que extrañaba, el Michael que pensé que nunca iba a volver a ver...MI Michael.

-¿Quieres que te cante?

-Sí.-Te voy a cantar una canción que aún no ha sido publicada. Pero que cuando la escribí...sólo podía pensar en tí. En mi campanilla.

Asentí, y escuché como entonaba "you are not alone". La dulce melodía me guió suavemente durante todo el trayecto, hasta que me abandoné a la inconsciencia del sueño.

Capítulo 58.


No sé cual fue mi expresión en esos momentos, pues de todas las palabras que él podía pronunciar sin duda esas eran las que menos me esperaba. Pero, muy a mi pesar, tenía razón. No podía arriesgarme a retomar nuestra relación, no con Eric merodeando continuamente. Michael rompió el silencio.
-¿Isa?
-¿Qué?

-¿Estás bien? No quiero herir tus sentimientos, de verdad...

Sujetó mi mentón con una de sus manos, y estudió mi rostro. Su tacto era dulce, como siempre, pero su mirada se había tornado glacial. Esbocé una sonrisa, no sin esfuerzo.

-Claro que estoy bien. Lo comprendo.

Enarcó una de sus cejas, sorprendido.

-¿No te han...dolido mis palabras?

Lo pensé unos instantes.

-No.

Su mirada, durante unas milésimas de segundo, reflejó sorpresa. Y después...me pareció ver como llamearon, una sola vez. O quizás fueron imaginaciones mías. Decidí romper el silencio.

-Bueno...¿nos vamos a cenar?

Aún con la contrariedad escrita en su mirada, se separó de mí y asintió.

No hablamos en todo el trayecto...no porque yo no quisiera, si no por que...ciertamente...Michael parecía estar enfadado. Fruncía los labios constantemente y no desviaba la mirada de la ventana de la limusina. Repasé en mi mente los últimos minutos, buscando el motivo por el cual se había molestado, pero no lo encontré.
Llegamos a un elegante restaurante de fachadas blancas y grandes arbustos que lo cobijaban de mirdas indiscretas. Michael recompuso su expresión y salió del coche, para abrir la puerta por el otro lado, justo donde yo me encontraba. Tomé su mano para ayudarme a salir.

-Gracias Michael. Estás hecho un caballero.

Él sonrió mientras cerraba la puerta con la otra mano.

-Yo siempre lo soy. ¿O lo habías olvidado?

Un recuerdo acudió a mi mente. Aquella tarde en la habitación del hotel, durante nuestra estancia en Egipto, tras una larga mañana de excursión por la pirámide de keops. Recordé como Michael aliviaba el dolor de mi pierna con un hielo, como enlazamos nuestros cuerpos, y como cuando creí que tenía la situación bajo mi control, él se separó de mí y dijo "soy un caballero"
Michael pareció darse cuenta de mi deja vú, pues ensanchó aún más su sonrisa, y me guiñó un ojo. Aquel comportamiento me desconcertaba.

-¿Entramos?-preguntó.

Tomé su mano y nos adentramos en el restaurante. Solicitó un sitio apartado de los demás comensales, iluminado con unas pocas velas, para tener más intimidad. Al igual que los caballeros del siglo XIX, retiró mi silla para que me sentara.
Una vez sentados, pedimos algo de cenar. Sobra decir que no tenía hambre, pero al ver la mirada inquisidora de Michael, pedí una ensalada. Él, lasaña. Después nos quedamos solos.

-¿Cómo te va trabajando en la tienda?-quiso saber Michael.

Suspiré.

-Bueno, no me va mal. ¿Por qué lo preguntas?

-Pues...he estado atento al rendimiento de esa tienda, y de cómo ha subido desde que trabajas en ella...y como no me parece que sea un trabajo a la altura de tus expectativas...he decidido ofrecerte otro.

Parpadeé, confusa.

-Michael, estoy bien en la tienda...no necesito...

Tomó mi mano y se inclinó sobre la mesa. Las llamas de las velas se reflejaban en sus ojos. Desvié la mirada de él, ruborizada.

-Quiero que seas la encargada de mi vestuario.

-...

-¿Isa?

¿De su vestuario? ¿Yo? de ninguna manera. Ni siquiera tenía gusto para vestirme yo, ¿cómo lo iba a tener para vestir a alguien tan perfecto como Michael?

-No creo que sea una buena idea...

-¿Por qué?

-Porque Michael...yo no sé fabricar ropa, ni combinar telas, ni tomar medidas...sólo sé despachar clientes y realizar los cobros.

Él sonrió, súbitamente divertido.

-Por el tema de la ropa y las telas...no te preocupes, tendrás gente que te ayude para eso. Y las medidas...-enarcó una ceja- creo que conoces mi cuerpo perfectamente para saber cuales son, ¿no?

viernes, 18 de junio de 2010

Punto y aparte.


¿Sabeís? Después de escribir el capítulo de hoy, cuando he ido a subirlo, han puesto en la radio "I'll be there", y llevo echa un mar de lágrimas desde entonces.

Para mí es muy duro todo esto. Llevo toda esta semana anterior con el ánimo por los suelos, ausente las 24 horas del día, con la mirada perdida...


Cada día que transcurre, SU ausencia pesa más y más.

Por eso espero que comprendaís que no subiré ningún capítulo hoy. Sencillamente, no puedo. Hoy es el día en el que sólo escuchar su nombre me hace llorar.


Sé que muchas de vosotras también estareís como yo, así que os envío todo el ánimo posible.


MM, Maga, Sara, Crissth, Laserna, Tamara, Enelya, SCARY, Claudia, Mi amiga Liz, Judith, Kelly, Amanda, Ali, Paoli 95, Selene, PrinceLover, Evelyn, Din, Maria GP, Lucy, Laura, Olivia, Michaelista 28, y todos los demás anónimos que me leen...GRACIAS :)

miércoles, 16 de junio de 2010

Capítulo 57.


-¿Michael? ¿Qué ocurre? ¿Cómo has conseguido mi número?

-Yo también he investigado un poco. ¿Puedes quedar?

-¿Ahora?

-Me gustaría, la verdad. Acabo de dejar a Lisa en su casa.

La sombra de una sonrisa afloró en mi rostro.

-Vale.

-Te invito a cenar. Quedamos en media hora en tu local de trabajo.

La llamada se cortó. Aturdida y con los nervios a flor de piel, entré rápidamente a la habitación y comencé a recoger mis cosas. James me observó, con incredulidad.

-¿Qué haces?

-Eh...tengo que irme. Judith me ha llamado y necesita que vaya. Dice que es urgente.

Se levantó de la cama y rodeó mi cintura con sus brazos. Recortó la distancia entre nosotros,de modo que sentía su respiración como si de la mía se tratara.

-¿Y no puede esperar a mañana?

-No.- me apresuré a contestar- ya sabes como se pone cuando no estoy cuando me necesita.-¿puedo coger tu coche?

-Si quieres te llevo. Lo necesito mañana.

Negué con la cabeza.

-No importa, iré caminando. Tampoco vivo tan lejos...

Sin esperar respuesta alguna por su parte, pasé por el baño para peinarme. Me miré en el espejo, y casi grité de incredulidad. Seguía sin cambiar. Mi rostro seguía siendo el de una adolescente de 19 años. No había ningún signo de madurez en mí. ¿Por qué no envejecía? ¿Por qué nadie lo había notado?
La voz de James me sacó de mis angustiosos pensamientos.

-¿De verdad tienes que ire?

-Sí..sí.

Terminé de peinarme, y con un esfuerzo sobrenatural por mi parte, le di un pequeño beso en los labios.

-Mañana nos vemos- dije mientras corría hacia la puerta.

No esperé una contestación. Cerré la puerta tras mi paso y empecé a caminar con rapidez. Dudaba que fuera a estar en la tienda en solo media hora.
Tras 10 minutos de trayecto, una limusina pasó por mi lado. No presté atención, pues estaba sumamente concentrada en llegar a tiempo.

Se detuvo a unos 10 metros de mí. Detuve mi marcha, asustada. Y cuando hice ademán de girarme, ví salir del vehículo a alguien que provocó que el suelo temblara bajo mis pies. Michael. Caminó hacia mí como sólo él sabía hacerlo, con esa sensualidad y elegancia a la que nunca conseguía acostumbrarme. Me sentía tan feliz cuando él se encontraba cerca de mí...olvidé las palabras de Eric y me lancé a sus brazos, era en el único sitio en el que me sentía segura, en el que me sentía completa. Me abrazó con fuerza, amoldando así nuestros cuerpos con más perfección, como las piezas de un puzzle que únicamente han sido diseñadas para que encajen.

-Mi pequeña...-susurró- cuánto te he echado de menos...

No respondí. Me quedé allí, absorbiendo sus palabras, memorizando su tacto en mi mente, su voz, su embriagador aroma. Levanté la cabeza, y me encontré con sus ojos, que ardían apasionados a pocos centímetros de los míos. Quería besarle, necesitaba hacerlo, más que cualquier cosa,pero no...

Mis cavilaciones se detuvieron cuando Michael presionó sus labios contra los míos. Un millar de sensaciones volvieron a hacer acto de presencia, sensaciones que extrañaba, que a pesar de que sólo hubieran pasado un par de días, estaban olvidadas en mi interior.
Mi mente se quedó en blanco, no había ningua otra sensación o pensamiento que no fuera Michael.
El beso fue largo, pero muy dulce. No había otra cosa en él que no fuera añoranza, cariño, o amor. Cuando nos separamos sonreí ampliamente y le miré a los ojos, que brillaban de una extraña manera. Michael se echó a reír.

-¿Qué pasa?

-Quizás deberíamos meternos en el coche...si no queremos morir atropellados.

Miré a mi alrededor. Se me había olvidado que estábamos en medio de la carretera a las 4 de la madrugada.
Asentí, y Michael me soltó. Y todos mis temores y angustias hicieron acto de presencia de nuevo. Eric...estaba segura de que lo habría visto. ¿Cómo podía haber metido la pata con tanta rapidez? esa pregunta quedó en el aire, pues mi mente se distrajo cuando ví a Michael quitarse la chaqueta y dejar ver una camisa roja, que se amoldaba perfectamente a la forma de su cuerpo. Tragué saliva. Fue él quien rompió el silencio.

-Lisa...

Cierto. El orgullo hizo acto de presencia. Así como el reproche y los celos.

-Sí. Que raro que no estés con ella ahora, ¿no?. Quiero decir, que no hayas salido corriendo detrás suya.

Se acercó a mí y tapó mi boca con su mano, y me miró fijamente, desatando sobre mí el poder de su mirada.

-¿Me vas a escuchar, por favor?

No podía hablar, por lo que asentí.

- Sí, estoy casado con Lisa. Has de saber que no la quiero, pero apareció en un momento de mi vida en el que tú no estabas y en el cual yo necesitaba desesperadamente cariño.

La culpa me envolvió. Hubiera deseado ser yo la que le abrazara en esos momentos tan duros.
Michael siguió hablando.

-Y todo iba relativamente bien, hasta esta noche, cuando has aparecido. Pensé que te había olvidado, que ya no sentía nada...pero...sería engañarme a mi mismo. Y no...sé que hacer.

Bajó la cabeza hasta sus manos, angustiado. Pude ver como una lágrima corría por su mejilla. En apenas un par de segundos, acudí a su lado, para abrazarle. Su dolor era el mío, siempre había sido así. Levantó la cabeza y me contempló, con el semblante repentinamente endurecido.

-No podemos...estar juntos- murmuró.-no ahora.

domingo, 13 de junio de 2010

Capítulo 56.


Me quedé allí, parada, a la espera de que la frustración que sentía desapareciera. No comprendía porqué salió corriendo detrás de Lisa, y sin embargo, aquella ocasión en 1989, no lo hizo conmigo.
Transcurrieron un par de minutos, y decidí salir de allí, pues lo único que conseguía permaneciendo en esa habitación era torturarme de manera innecesaria.

Cuando abandoné el reciento y salí a la calle, busqué a Judith con la mirada. No tardé en localizarla. Se encontraba hablando con alguien, pero no reconocía con quién. Me acerqué con lentitud, y la sangre abandonó mi cuerpo al ver que la persona con la que hablaba era...James. Judith me reconoció e hizo un gesto con la mano.

-Isa, tienes un novio que vale millones. Menos mal que ha venido a recogernos, de lo contrario no sé a qué hora habríamos vuelto...

James se giró para mirarme y esbozó una sonrisa. Me impactó como había cambiado físicamente, como la forma de su mandíbula se había endurecido, cómo habían aparecido en él los típicos rasgos de la madurez. Se acercó a mí, y antes de que pudiera darme cuenta, me besó con suavidad. Aunque en un pasado me hubiera atraído, en aquella ocasión, lo único que sentí fue una profunda molestia, pues no sentía nada por él.

-Hola cariño.- saludó- ¿Cómo fue la entrega de premios?

Intenté recomponerme y como pude, le devolví la sonrisa.

-No ha estado mal.

-Me alegro entonces. Bueno, ¿nos vamos? mañana hay que trabajar y tendrás que descansar algo.

Asentí y caminamos hacia su coche. Apenas percibí el trayecto hacia mi apartamento, pues era incapaz de pensar en otra cosa que no fuera Michael, y en lo que casi había sucedido en su camerino. Mi móvil emitió un zumbido. Era un mensaje de Judith. Me dí la vuelta, pues estaba sentada detrás, y la interrogué con la mirada.

-Leelo- susurró.

Abrí el móvil y leí el contenido del mensaje."¿Qué ha pasado? ¿Quién quería verte? ¿Era...él?
Obsevé a James de refilón, que en ese momento se hallaba concentrado conduciendo. Suspiré y respondí al mensaje. "Sí, era él. Luego te cuento". Lo envié y en apenas un minuto, ya había recibido la contestación. "lo dudo. ¿No te ibas a dormir esta noche a casa de tu novio? Mañana en la tienda me cuentas todo".

Mi cuerpo se petrificó. ¿Dormir en la casa de James? Un sentimiento de incomodidad y de...asco, recorrió mi cuerpo. Tenía que encontrar la manera de evitarle, no importaba cómo. Pero no creía que fuera capaz de soportar un beso más suyo.
Dejamos a Judith en el apartamento, que me dedicó antes de despedirse una mirada llena de significado. Al emprender de nuevo el camino, percibí como la mano de James tomaba la mía, y la acariciaba con suavidad.

-¿Te pasa algo pequeña? Te noto distante.

-¿Qué? ah, no, nada. Me duele la cabeza, supongo.

No pensé que molestara tanto que me llamara "pequeña". Sólo Michael me lo decía, y oírlo en los labios de otro hombre me irritaba profundamente.

Al llegar a casa, fui directa al baño, evitando así tener que ver a James. Me planteé seriamente si no sería mejor que durmiera en la bañera, aunque al día siguiente seguramente no podría ni moverme. Llamaron a la puerta.

-¿Sí?- pregunté.

-Cielo, ¿Vienes a la cama? yo me voy a acostar ya, estoy cansado.

-Si, claro. Ahora salgo.

Esperé un tiempo no lo demasiado largo y salí del baño. Caminé hacia la habitación, temblando de pies a cabeza. Unos brazos me rodearon la cintura desde atrás y unos labios besaron mi cuello. Me faltó muy poco para vomitar. James me giró y de nuevo, volvió a besarme, pero esta vez con mayor pasión y fiereza. Sentí unas ganas irrefrenables de echarme a llorar, pues tanto mi cuerpo, como mi mente, reclamaban a gritos otros labios, otros brazos, otra mirada, otra sonrisa...la de Michael.
James me cogió en brazos, y me llevó consigo hasta la habitación. Me tumbó con suavidad sobre la cama. Necesitaba gritar, apartarle de un empujón, y decirle claramente que no quería que me tocara, ni que me mirara, pero no podía. Sería demasiado evidente que algo me pasaba. Cuando comenzó a desabrocharme la camisa, y reseguía con su lengua la forma de mis labios, mi móvil volvió a vibrar. Me incorporé de un salto. No era un mensaje, pues la vibración se alargaba demasiado. Me estaban llamando. James me aferró la mano, impidiendo que me levantara.

-¿A dónde vas?

-Tengo que cogerlo. Quizás es importante.

-¿A las 3 de la mañana?

- Sí- respondí apresuradamente- puede que sea de trabajo.

James me examinó detenidamente.

-Pero si soy tu jefe.

Mientras tanto, el móvil seguía emitiendo zumbidos. Me solté de la mano de James de un tirón, y caminé con rápidez hacia el baño. Me pregunté que querría Judith a esas horas. Miré la pantalla del teléfono. "número desconocido". Confusa, acepté la llamada.

-¿Sí?

Una suave risa procendente del otro lado de la línea me estremeció. Reconocía ese sonido mejor que cualquier otro.

-Soy Michael.

viernes, 11 de junio de 2010

Capítulo 55.


Y tras besarla, se giraron y desaparecieron tras el telón.

Apenas fui consciente del resto de la entrega de premios, pues el único momento que se repetía en mi cabeza una y otra vez era lo acontecido con Michael al comienzo de la misma. Seguía sin comprender el por qué de esa mirada gélida, el por qué de esa actitud. Miré a Judith de reojo, que tomaba notas con una rápidez que distaba mucho de lo normal.

-Oye Judith…¿Te has fijado en…?

-¿Cuándo ha salido Michael y te ha fulminado con la mirada? Sí, me he dado cuenta.

Fruncí los labios, apesadumbrada. ¿Acaso mi pregunta era tan obvia y evidente?

-Vale…lo que no entiendo…

-¿No entiendes por qué te ha mirado así? Yo lo veo bastante claro, la verdad. Teniendo en cuenta que la noche de vuestro reencuentro después de 3 años en un descuido por su parte te levantaras y te fueras…no le han faltado motivos para mirarte así.

Lo medité unos instantes. ¿Eso fue lo que hice? ¿Levantarme y marcharme?. En ese caso…sí. Tenía sentido que Michael estuviera enfadado conmigo. De todas las maneras, no importaba. Lo que realmente adquiría valor para mí era el hecho de haber regresado a lo que yo consideraba “mi mundo”. Sólo sería cuestión de tiempo poder hablar con él y que me perdonara.

Al acabar la ceremonia, me levanté de mi asiento y seguí a Judith hacia la salida, pero una mano me aferró el brazo. Me giré con brusquedad y me topé de bruces con un hombre de una estatura media de 2 metros y medio, con un traje negro.

-¿Le conozco?

-¿Es usted Isabel? Me llamo Matt

-Sí, eso creo.

-Hay alguien que desea hablar con usted. Si es tan amable…

Se giró y comenzó a andar en dirección contraria. Judith se acercó un par de pasos.

-¿Quién es ese?

-Ni idea. Pero tengo que ir. ¿Me esperas fuera?

-Claro, tómate tu tiempo, ¿vale?

No dije nada. Comencé a seguir a aquel hombre, a lo largo de sinuosos y estrechos pasillos. Una parte de mí deseaba que ese alguien que me quisiera vez no fuese Michael, pues no tenía explicación alguna para darle. No una lógica, al menos. Nos detuvimos frente a una puerta.

-Adelante- murmuró.

Asentí y golpeé la puerta tímidamente con los nudillos. Pero nadie contestó. Me volví hacia Matt.

-Creo que no hay nadie.

-La están esperando.

Suspiré fastidiada por su indiferencia y su caso omiso ante mis palabras, y abrí la puerta. Unos ojos me estudiaron desde el interior de la habitación. Unos ojos cuya forma conocía a la perfección, unos ojos que, en esta ocasión, en vez de quemar como lo hicieron hace años, ahora estaban fríos y duros.

Sólo un susurro escapó entre mis labios.

-Michael…

No respondió. Hizo un gesto con la mano y escuché como Matt cerraba la puerta, dejándonos solos. Sólo el silencio hizo acto de presencia después. Michael me miraba, podía sentirlo, pero yo no encontraba el valor para hacer lo mismo, por lo que me quedé observando el suelo de la habitación.

-Michael, yo…

Negó con la cabeza.

-No pasa nada, lo comprendo.

Abrí los ojos con desmesura, sorprendida.

-¿Cómo que no pasa nada?

Él esbozó una sonrisa carente de alegría.

-Pues que no pasa nada. Lo comprendo.

-No te sigo…

- Entiendo que volví demasiado tarde y que por lo tanto tu hubieras rehecho tu vida, estabas en tu pleno derecho.

-Michael, te…

Cuando iba a decir “equivocas”, las palabras de Eric retumbaron en mi mente, con tanta fuerza que me aturdieron. “confórmate con ser su amiga…si no, te haré volver”

-¿Sí?- preguntó arqueando una de sus cejas.

-Te…quería pedir perdón de todas formas.

El río y comenzó a caminar de un lado a otro de la habitación, despreocupado.

-No hay nada que pueda reprocharte. Al fin y al cabo, yo te hice lo mismo. Aunque cuando te he visto ahí abajo no he podido evitar…enfadarme contigo.

Tragué saliva ruidosamente.

-pero dime…¿Cómo es que has venido?

-Pues…Judith es…

-periodista, lo sé. He oído hablar de ella. Te habrá invitado, supongo.

-Sí. ¿Qué tal te va todo?

-Pues bien, más o menos…pasé por una temporada bastante mala, pero ya estoy mejor.

Guardé silencio. Odié la distancia que nos separaba, por lo que crucé la habitación en 2 zancadas y me detuve frente a él, que no se alejó.

-Te he echado de menos- murmuró- creí que nunca más iba a verte.

-Yo nunca te haría eso, Michael.

Me estudió con la mirada, levantándome el mentón con suavidad. Mi piel se sonrojó al reconocer el tacto cálido y suave que me ofrecían sus manos. No dejó de sorprenderme el hecho de que Michael no estuviera enfadado conmigo. Pero…¿y si realmente Eric no me mentía?¿ y si realmente se había enamorado de mí?

El hilo de mis pensamientos se interrumpió con brusquedad cuando él se inclinó sobre mí, y detuvo su boca a escasos milímetros de la mía. Sentí unas ganas irrefrenables de besarle,de saborear sus labios como ya había hecho con anterioridad. Pero no podía, por lo que me comencé a alejar. Una tos procedente de otro lado de la habitación nos sobresaltó.

-Vaya, veo que estáis muy ocupados. Quizás debería volver luego.

Y Lisa abandonó la habitación. ¿Lo que más me dolió? Que Michael fue tras ella.

domingo, 6 de junio de 2010

Lo siento :(


Chicas, no sabeís cuanto siento esta demora, de verdad.

Pero me ocurre lo mismo que a Liberian, este Jueves tengo un examen en el cual me juego todo el curso, y el viernes otro igual de importante, así que sintiéndolo mucho, no creo que estos días pueda subir algún capítulo.

El viernes por la tarde intentaré subir un par de capítulos, pero no prometo nada.

En serio, no sabeís cuando echo de menos poder escribir laargos capítulos durante días seguidos, y desconectar así un poco de la rutina de todos los días...

Mi estado de ánimo en estos momentos deja bastante que desear, por unos motivos o por otros, y es sólo escribiendo cuando consigo liberarme, cuando en forma de palabras, descargo todo lo que hay dentro de mí, lo que me frustra y me duele. Pero esta semana no voy a poder.


A mis lectoras "fijas"...que os voy a decir...GRACIAS. Gracias por estar ahí, desde el primer capítulo, apoyándome e infundándome ánimos, logrando hacerme sonreír...y más ahora que se acerca cierta fecha que sólo recordarla me provoca una inmensa tristeza. Vosotras sois el motivo por el que esta historia sigue perdurando.


Y bueno, ahora los puntos negativos...

Aquellas personas que firman con "anónimo" les pediría por favor que al menos tuvieran el valor para poner su nombre, ya que sólo comentan para poner críticas negativas...que las acepto, porque soy consciente de que no soy perfecta. Pero al menos que estén basadas en hechos fundamentados.


Un par de puntos clave.

- Esta es MI historia. Y como es MI historia, yo decido como quiero que siga. Yo pongo las normas, MIS normas. Y al que no le guste, le rogaría por favor que dejara de verter comentarios negativos que no llevan a ninguna parte.

Al que quiera una historia feliz de cuento de hadas, que se ponga películas de Disney, o que lea la "Cenicienta". Yo desde el primer momento aclaré que quería escribir esta historia basándome en hechos reales y verídicos.


-Y por supuesto. Al que crea que podría hacerlo mejor, le invito a que escriba su propia historia, la cual estaré encantada de juzgar. Pues sí, soy escritora. Pero también una fiel lectora, y me gustan los trabajos bien hechos.


Eso es todo. Chicas (MM, Maga, Liznieves, Sara, Janire, Elenya, Tamara, Eloise, Paulina...y me dejo mil nombres más, pero mi memoria no alcanza para tanto...jaja) eso NO va por vosotras. Es más, seguro que sabeís a quienes me refiero.


De nuevo, un beso, y gracias por el apoyo.