jueves, 14 de octubre de 2010

Capítulo 68


No tuve tiempo de contestarle, pues me cogió de la mano y me arrastró literalmente fuera de la casa. Gracias a Dios no había desecho las maletas, pues eos nos retrasaría un tiempo más que considerable teniendo en cuenta la ingente cantidad de prendas que almacenaba después de aquellos años.

-Michael- le pregunté antes de ofrecer las maletas al chófer para que las metiera en la limusina.

-Dime.

-¿Y tu trabajo?

No es que deseara que hiciese giras, y conciertos multitudinarios, pero en mi cabeza las cuentas comenzaban a no cuadrarme, y más cuando estábamos a finales del 94, y el siguiente disco iba a ser lanzado el año siguiente.

-Retomaré la grabacioón del siguiente trabajo cuando volvamos, tampoco es que quede mucho por hacer. Venga, entra- añadió mientras abría la puerta del vehículo.

Sonreí con ganas y cogí asiento. Él se dejó caer a mi lado, donde bostezó ruidosamente.

-No he dormido nada.-comentó mientras un sonoro bostezo escapaba de sus labios.

Le miré con incredulidad, a sabiendas de que no era cierto, pues yo misma me había mantenido despiera hasta prácticamente el amanecer mientras contemplaba como dormía. Decidí no darle vueltas al asunto.

-Vaya...¿y eso?

-Porque te notaba inquieta todo el rato. Y luego cuando te dormiste, comenzaste a hablar...E Isa, no te ofendas...pero es que no te callas nunca.

Mi cuerpo entero se puso en tensión, súbitamente alerta.

-No seas exagerado, seguro que no hablé tanto...¿y qué decía, ya que estamos?

-Pues no se te entendía mucho, la verdad...no llegabas a vocalizar...-concluyó con una sonrisa de burla.

-Perdóname que no sepa hablar, señor perfecto- contesté frunciendo los labios.

-No te disculpes. Algún día, no sé cual, serás casi casi tan perfecta como lo soy yo.

Se echó a reír en cuanto hice ademán de lanzarme a su cuello como si fuese a ahogarle. Y yo, como no podía ser de otra manera, me quedé contemplándole sin habla, pues para mí, su sonrisa era una de las cosas más bellas que había visto jamás. Una sonrisa, que en mi humilde opinión, le haría sombra al más hermoso de los ángeles.

-Me encanta verte sonreír- susurré en cuanto clavó sus ojos en los míos.- Me pregunto si siempre sonríes con el corazón, o porque las circunstancias te obligan a ello.

-Depende. Estos últimos años las cosas no me han ido demasiado bien, ya sabes...En las entrevistas me noto obligado a hacerlo, por ofrecer una imagen, aún cuando hay muchísimas ocasiones en las que lo único que me apetece es levantarme de la silla e irme. Pero en los conciertos...aquello es otra historia. Y sé que la gente que me sigue lo nota, ¿sabes? siento que me ven feliz, que disfruto con lo que hago.

-Mmmm...

_Pero...¿quieres que te diga una cosa?

-Miedo me das- dije elevando las comisuras de mis labios.

-No, esta vez, sin bromas.

-A ver, sorpréndeme.

-Ahora no sonreía ni por la prensa, ni por los fans, ni por las actuaciones. Sonreía por poder estar de nuevo contigo, y esta vez sin obstáculos. Sólo tú y yo. Como aquel año- susurró mientras cogía mi mano entre las suyas.

Pocas veces me había sentido tan feliz como en aquella ocasión, y eso lo corroboró mi rostro, que se iluminó con una gran sonrisa, a la vez que percibía como me sonrojaba.

-Aún sigues sonrojándote como el primer día.

-Eso es porque te quiero como el primer día.-contesté.

En esa ocasión fue él quien sonrió a la vez que se mordía el labio inferior, uno de esos gestos que tanto me gustaba que hiciera. No hace falta decir que nos fundimos en un tierno beso. Lo que lo hacía más tierno, más bonito, era que ese beso sellaba no sólo una relación, si no una amistad, un sueño que creía imposible. Y una misión que cumplir: Hacerle feliz, durante tanto tiempo como me fuera posible.

El viaje transcurrió en silencio, ya que con Michael, muchas veces sobraban las palabras.

-Por cierto-le pregunté en un momento determinado- no me has dicho a dónde vamos.

-Ya te dije que era una sorpresa.

-Pues estamos en la carretera con dirección al aeropuerto.

-Bien, no pienso dejarte saber más de eso. Y pienso asegurarme de que no lo averigües.

-Pues tú dirás como.

-Así.

En sus manos tenía una venda negra, que extendió de lado a lado con una sonrisa.

-No pensarás hacerme ir por el aeropuerto con una venda, aún sabiendo lo torpe que soy y que me voy a caer, ¿verdad?

-No voy a dejarte caer.

Y acto seguido, se colocó detrás de mí para colocarme la prenda.

No debería haberlo hecho, pues el primer roce del pañuelo contra mi piel trajo consigo una imagen, una especie de deja vú. ¿Qué ví?
Me ví a mi misma, frente a una puesta de sol en la playa, y a Matt a unos centímetros por detrás, vendándome los ojos, y haciéndome girar después para robarme un beso, mientras tomaba con suavidad mi labio inferior entre sus dientes.

En ese momento, volví al presente. Y súbitamente, la tristeza me invadió, junto con una sensación de añoranza. ¿Por qué echaba de menos a alguien a quien ni siquiera podía hablar, o tocar?
Una lágrima rodó por mi mejilla, y la sequé con rapidez. Aquel iba a ser el viaje de nuestras vidas...ni siquiera el sentimiento ficticio que sentía por Matt iba a estropearlo.

O eso creía.

lunes, 11 de octubre de 2010

Capítulo 67.


-Buenas noches campanilla- susurró con dulzura.

Esbocé una pequeña sonrisa, e intenté conciliar el sueño, pero por más que lo intenté, me fue imposible. La sombra del recuerdo de el susodicho Matt me abordaba a cada instante. Miré el reloj que estaba colgado en una de las paredes : las 02;30, las 03:45, las 04:30..
Miré a Michael, que se encontraba plácidamente dormido. Ni siquiera el observar su rostro consiguió que me evadiera. Finalmente, y tras incontables vueltas de un lado hacia otro, logré perderme en la inconsciencia del sueño.

Me encontraba en mitad de un parque de atracciones, repleto de personas, cada una de ellas demasiado preocupadas en sus vidas cotidianas como para preocuparse por nadie. Confusa, giré a mi alrededor, buscando a Michael con la mirada, pues no habría ido a un lugar así a no ser que él me acompañase. Le busqué a lo largo de todo el recinto, pero no le localicé. Exhausta, me dejé caer sobre un banco. Percibí como una chica se sentaba a mi lado, pero no levanté la cabeza para averiguar de quién se trataba. Lo único que me preocupaba en ese instante era poder encontrar a Michael, o a alguien conocido, en su defecto.

-Ya era hora Matt, pensé que te habías perdido - comentó divertida mi compañera de banco.

Alcé la mirada con rápidez. Reconocía ese tono de voz suave, con un deje infantil, y la melodía de esa risa. Y la conocía tan bien...porque esa era mi voz.

Intenté no gritar al verme a mí misma sentada a mi lado, con otra ropa, otro peinado, pero sin duda se trataba de mí. Me contemplé boquiabierta a causa de la sorpresa.

-Sí, seguro que lo estabas desando para poder huir de mí, ¿verdad?

Sin salir de mi asombro, giré la cabeza 180º para observar al que se hacía llamar "Matt". Y cuál fue mi sorpresa al descubrir que se trataba de aquel chico, el mismo que había "visto" en las puertas de Neverland, aquel que me producía aquellas extrañas sensaciones en mi interior. Sólo que en esta ocasión pude apreciar su rostro con claridad. Debía de rondar los 30 años, por los claros signos de madurez escritos en sus facciones. Mandíbula cuadrada, nariz recta y fina...y podría haber seguido, pero al mirarle a los ojos perdí la noción del tiempo. Eran verdes, de un jade intenso, capaces de aturdir a cualquiera.
No me molesté en ocultarme, pues estaba claro que no se había percatado de mi presencia. Matt sonrió, provocando que me sonrojara. Bueno, y mi otro "yo", también.

-Oh, sí, estaba a punto de echarme a correr- se carcajeó mi doble.

Él se acercó hacia donde nos encontrábamos y se inclinó para besar a mi compañera con el más leve de los roces. Inmediatamente, sentí ese roce en mis labios, como si hubiese sido a mí a quien besaba. Ella se levantó, cogió su mano, y se marcharon entre risas y bromas.

Aturdida, confusa y con el corazón a punto de salírseme del pecho, me levanté, con intención de seguirles, pero una mano impidió mi propósito. No me hizo falta girarme para saber que se trataba de Eric.

-¿Qué quieres, Eric? No entiendo nada.

Me soltó y se colocó frente a mí, sonriendo burlón.

-Sólo quería mostrarte lo que debería ser tu presente, si no siguieras empeñada en seguir al lado de Michael, aún sabiendo que no vas a poder cambiar el rumbo de los acontecimientos.

-Ni pienso irme, Eric. No voy a estar siempre que me necesite. Estaré siempre, aunque no me necesite.


-¿Aunque ames a Matt de la misma manera que le amas a él?
Retrocedí un par de pasos, molesta.

-Eso no es cierto.

-Puede que no te lo parezca. Pero es así. Y si no, explícame que hacías intentando seguirle.

-Yo sólo... sentía curiosidad.

-Sí, seguro. Bueno, es hora de que te despiertes.

-¿Acaso esto era un sueño?

-Claro que lo era.

-Pues no lo hagas más.

-¿Que no haga más qué?- preguntó- ¿que no te muestre más lo feliz que podrías llegar a ser?

-Soy feliz ahora.- me defendí.

-Como quieras. Pero no pienso dejar de hacerlo.

Estuve a punto de rebatirle, pero la voz de Michael pronunciando mi nombre me arrancó de golpe de aquel extraño sueño.

-Isa, ¿estás bien?

Bostecé y rodé de lado, buscando sus labios con ansia, hasta que logré mi objetivo.

-¿Despiertas así todas las mañanas?-me preguntó esbozando mi sonrisa favorita.

-Humm...déjame pensar...si es contigo, sí.

-Entonces...tendremos que dormir más noches juntos.

Sonreí eufórica ante la expectativa.

-Suena genial.

Michael me tendió su mano y me ayudó a levantarme. Al hacerlo, no pude evitar quejarme.

-¿Estás bien?

-Sí, sólo me duele la espalda un poco.

-Recuérdame que la próxima vez durmamos en una cama. Venga, vámonos.

Le miré, perpleja.

-¿Irnos? ¿A dónde?

-Pues...es una sorpresa.

-¿No me lo vas a decir?

-Déjame pensar...no. Pero déjame decirte una cosa.

-¿Qué?

-¿Estás preparada para escaparte conmigo durante 2 semanas?

Me eché a reír con ganas, como hacía mucho tiempo que no me pasaba.

-¿Estás tu preparado para aguantarme durante todo ese tiempo?

Él me rodeó con sus brazos y acarició mi mejilla con sus labios, estremeciéndome por completo.

-No lo sabes tú bien.