sábado, 27 de marzo de 2010

Capítulo 27.


Con actitud infantil, me tapé la boca con las manos. Michael se echó a reír, cogió uno de esos repugnantes escorpiones, y se acercó a mí. Me alejé rápidamente, pero no tanto como hubiera querido, ya que él me aferró la mano y recortó la distancia entre nosotros.

-Abre la boca.

Negué con la cabeza, asqueada. Prefería morirme de hambre antes que comer cualquiera de las cosas que se encontraban en la bandeja.

-Abre la boca.- insistió él nuevamente.

-He dicho que no- contesté, movimiento que aprovechó para introducirme el bicho en la boca, no sin antes, mancharme la barbilla.

Hice ademán de escupir, pero él me sostuvo la barbilla, impidiéndomelo.

-Cómetelo, ya.

Con dificultad, y con lágrimas en los ojos, me lo tragué, lo que provocó que me vinieran un par de arcadas. Michael sonrió con suficiencia.

-Muy bien.

Le fulminé con la mirada.

-Te odio.

Se echó a reír nuevamente.

-No, no me odias. Me adoras, y lo sabes. Anda espera, que te limpio. Te has puesto perdida.

-Tú me has puesto perdida.- le reproché.

Siguió riéndose mientras cogía una servilleta y me limpiaba la barbilla. Pero cuando terminó, no se alejó. Siguió sosteniéndome el mentón con una de sus manos y contemplándome. Algo diferente estaba pasando. Lo supe en sus ojos, que pasaron de ser dulces a abrasadores. Me ruboricé por completo ante esa mirada. Era como si me quemase. Casi podía percibir las llamas en sus ojos. Se inclinó aún más hacia mí. Podía sentir su respiración en mi rostro, así como su dulce aliento. Me encontraba totalmente bloqueada. No sabía cuál era mi expresión en esos momentos, pero me sentía como una idiota. Michael me contempló durante unos segundos, supuse que intentando adivinar mis pensamientos, y sin más, presionó sus labios suavemente contra los míos.

Un millar de sensaciones cruzaron por mi mente en ese instante. El corazón se me aceleró de tal manera que pensé que se iba a salir por la boca. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Intenté pensar, pero no podía. No sentía otra cosa que no fueran sus labios, ni su mano sujetándome la barbilla. Dado que no podía pensar, opté por actuar, devolviéndole el beso de un modo casi imperceptible. Él lo notó y me cogió el cuello con su otra mano. Estaba completamente segura de que él escuchaba mis latidos. Abrí los ojos y de nuevo me encontré con aquella mirada abrasadora, que daba la sensación de que podía ver dentro de mí. Entreabrió sus labios, y justo en ese momento, llamaron a la puerta. Y como en los cuentos de hadas, el hechizo se rompió. Se separó de mí, las llamas de su mirada se apagaron, siendo sustituidas por su mirada dulce e inocente a la que me había acostumbrado. Se levantó de la cama, y antes de abrir la puerta, se dirigió hacia mí.

-Lo siento, no debería haberlo hecho.

No podía pensar. Me encontraba totalmente fuera de mí, aún era incapaz de asimilar lo acontecido aquel minuto anterior. Me esforcé por hablar.

-No importa, yo…

Michael sonrió y se fue a abrir la puerta. Era la mujer de antes, que venía a recoger la cena. Me levanté de la cama y me fui al baño. Contemplé mi rostro en el espejo. Estaba completamente ruborizada. Aún sentía el roce de sus labios sobre los míos. “Necesito despejarme como sea”.

Abrí el agua de la ducha, me quité el pijama, y me metí, cerrando la cortina. Accioné al máximo la llave del agua fría, que era lo único que podía ayudarme a pensar. Y efectivamente, el agua fría me despejó rápidamente, facilitándome pensar.

Estaba claro que había sido un arrebato, no tenía por qué significar nada. Mientras me lavaba el pelo, traté de convencerme de que no había tenido ninguna importancia y que no iba a tener repercusión alguna. Es más, que todo iba a volver a ser como antes… Al salir, me volví a vestir, cogí aire, y salí a la habitación. En un primer momento no le localicé, pero luego vi que se encontraba en el balcón, mirando ausente a algún punto fijo. En cuanto percibió mi presencia, se giró y me sonrió.

-Te debo una disculpa-comenzó.

-No tiene importancia Mike.

-No debería haberlo hecho, perdóname. Es sólo que no sé, te ví…y…bueno no importa.

Le observé detenidamente. Miraba al suelo y estaba colorado.

-Lo entiendo.Y no pasa nada, en serio.

Le sonreí para infundarle confianza. Me miró y levantó levemente la comisura de sus labios.

-¿De verdad?

-Sí.

Me devolvió la sonrisa y me abrazó dulcemente. Le miré a los ojos, pero no hallé en ellos la llama que esperaba ver.

-¿Amigos?-

- Amigos.- contesté, sin estar en absoluto segura de mis palabras. Quisiera o no, aquella noche iba a cambiar todo…¿o quizás no?

6 comentarios:

  1. como puedes dejarlo asi??

    tienes que seguirlo..lo sabes!! jaja:)

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  2. Soy Hideouter, desde el post de fics conocí tu novela y estoy totalmente enganchada, es realmente emocionante, vives los capítulos como si fueras tú misma. La nove es divertida, tierna, romántica... este capitulo especialmente me ha matado! por favor, por mi salud mental, no dejes de escribir esta novela, tienes una imaginación desbordante.

    Uy , uy, uy, ese beso... Despertaste a la pantera sensual que Michael lleva dentro...

    aaahh! que intriga me has dejado con el final, ya estoy comiéndome las uñas.

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  3. aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
    ME ENCANTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

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  4. me tienes locaaaaaa,leyendo hasta las tantas de la mañana y seguir leyendo nada mas abrir los ojos!sabia k eras buena,pero no sabia k eres la mejor!!!

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