domingo, 21 de febrero de 2010

Capítulo 5.


Efectivamente, Michael se fue a la media hora, despidiéndose de mí con un beso en la mejilla. “Nos vemos mañana” había dicho. “Eso espero” había pensado yo. Nada más marcharse, volví a sentir un vacío en mi pecho, ya le añoraba. “Al menos aún sigo aquí” medité, paseando por la habitación que había dispuesto para mí.

Michael me había dado libertad para hacer lo que quisiera. Ir al parque de atracciones, ponerme películas en el cine, dar una vuelta en quads…lo cual me venía de perlas, cuanto más tiempo estuviera ocupada menos ganas tendría de dormirme. Salí afuera. Hacía frío, así que cogí una chaqueta suya que me había prestado (“espero que no te importe…” me había dicho), y comencé a dar una vuelta. Di largos paseos alrededor de aquella casa, perdiéndome en mis pensamientos, analizando cada detalle de todo lo que había ocurrido, memorizando su rostro en mi mente, mil veces más perfecto de lo que nunca jamás hubiera podido imaginar. Pasé por la noria, y me subí sin pensármelo 2 veces. Y mientras daba vueltas y vueltas, y más vueltas, contemplé el cielo, y las estrellas, nuevamente maravillada por su belleza. Desde allí se veían mucho mejor que donde yo vivía. El encargado de la atracción hizo parar la noria en el punto más alto, donde yo me encontraba. Se lo agradecí en mi fuero interno. Respiré profundamente,disfrutando cada instante que aquel sueño me estaba brindando. Jamás pensé que mi imaginación daba para tanto, nunca me había considerado una chica con muchas luces, y estaba gratamente sorprendida. Me quedé mirando al cielo, en silencio, contemplando las estrellas. Recordaba cuando en mi casa miraba al cielo y me preguntaba si Michael se encontraría allí, sonriendo. Y ahora…ahora él estaba aquí, sonriendo para mí. Nadie podría imaginarse la felicidad que me embargaba en aquel momento.

No sé cuanto rato pasé allí, suspendida en el aire, quizás fueron horas. Al final el encargado volvió a poner en marcha la atracción, hasta que pude bajar.

-Es ya muy tarde, señorita- de dijo con una amable sonrisa.- ¿No desea acostarse ya?

- No, a veces es mejor seguir con los ojos cerrados.- contesté

Obviamente, no pareció entender el sentido de mi frase, pero tampoco me importó. Fui al cine para ver alguna película, cuando me preguntaron que quería ver, pedí Peter Pan.

Y allí estaba yo, a las 4 de la mañana, viendo la película que más significaba para mí en ese momento, cuando me quedé dormida.

De nuevo un resplandor interrumpió mi sueño. “Mierda, mierda, mierda. Me he dormido” No quería abrir los ojos, quería seguir durmiendo, quería seguir viviendo de mis sueños, de ese modo era mucho más feliz. Me concentré unos momentos. Vale. Me encontraba en una superficie blanda, por lo que deduje que había vuelto a mi pequeña cama de mi pequeña habitación, de mi pequeña casa, de mi pequeño pueblo. Y en el instante en el que iba a abrir los ojos, preparada para dejar atrás aquellos momentos que había pasado únicos e inolvidables, percibí algo. Su olor. Me toqué los brazos. Por el tacto, parecía que seguía llevando su chaqueta. “Esto se me está empezando a ir de las manos”.

Suspiré y abrí lentamente los ojos. Y lo que vi me hizo sonreír de alegría. ¡Seguía allí! Reconocí la cama que me envolvía, el espejo de medial luna del fondo de la habitación, el anticuado armario, la alfombra de lana, el cuadro de Peter Pan…

Pegué un salto de la cama y abrí la puerta de un tirón, riéndome eufórica.

-¿Michael? ¡Michael!¡Ya estoy despierta!- grité a pleno pulmón mientras bajaba las escaleras de dos en dos.

Me frené en seco. Un segundo. Si no estaba dormida, ni soñando, ni nada por el estilo… ¿qué estaba pasando aquí?¿ Y si realmente estuviéramos en el año 1989?¿ Qué demonios había pasado?

Una voz me sacó de mis angustiosos pensamientos.

-¡Estoy en la cocina!

Sonreí. No sé cómo lo hacía, pero por muy asustada o preocupada que estuviera, siempre que oía su voz, lo único que podía sentir era alegría.

Terminé de bajar las escaleras y me precipité hacia la cocina. ÉL estaba ahí, bebiéndose un vaso de zumo mientras jugueteaba absorto con uno de sus rizos. Rodeé la mesa y le abracé con fuerza, maravillándome de nuevo con los latidos de su corazón, regulares y firmes, y su acompasada respiración.

-Hola- dijo sonriendo mientras que con una mano me secaba las lágrimas que involuntariamente se habían escapado de mis ojos.-¿Estás bien?

-Claro. Sigues aquí- contesté separándome de él y sentándome enfrente suya, perdiéndome en su mirada.

-Pues claro- dijo con una risita- ¿Dónde iba a estar si no?

Esa sin duda era la mejor pregunta que me habían hecho jamás.

2 comentarios:

  1. Iré acompañado. Dice.
    Mammamía..!!

    A mí me dá un patatús.
    Cuántas veces no habremos imaginado o soñado historias muy parecidas a ésta.

    Que te mire a los ojos Ése Rostro
    buff
    Me deshago allí mismito.


    Por cierto Isa, he descubierto tu historia en el cap.54,
    me la he leído de 2 ó 3 tirones.
    Joder, que gancho tiene.

    Ni que decir tiene los sofocones que me he pillado, claro.

    Nunca había leído ninguna.
    Ni sabía que existían vaya.
    Fanfiction, es, no?
    al terminar ésta, busqué más y no me ha enganchado ninguna.

    Mi humilde gratitud,
    Gran evasión.

    Abrazos.

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  2. Una propuesta¿Porque no haces llegar esta historia a su familia de algún modo?. Creo que les llegaría al corazón.

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