viernes, 2 de abril de 2010

Capítulo 34.


Cuando regresamos a Neverland, sentí como si una parte de mí volviera a estar en su sitio. Me sentía en casa. Al atravesar las puertas volví a ser la chica más feliz que hubiera existido jamás. Michael jugueteaba entretenido con un mechón de mi pelo. Al llegar a la casa, él chasqueó la lengua, disgustado.

-Tenemos visita- anunció.

-¿Quién es?

-Janet.

El pulso se me aceleró. Michael lo percibió, y me rodeó con sus brazos.

-¿Qué ocurre?

-¿Qué le vas a decir que soy?

-Pues mi novia. ¿tú que crees?

-Creo que ni siquiera he cumplido los 20 y tú vas a cumplir en nada los 30. No sé como se lo va a tomar.

-Tú tranquila. Es mi hermana, me quiere. Y además, yo soy libre de tomar las decisiones que quiera.

Salimos del coche agarrados de la mano. Justo entonces, un globo explotó en la cabeza de Michael. Miré a ambos lados, pero no vi a nadie. Se escuchó una risa detrás de unos arbustos.

-¡Janet!- gritó él riéndose- ¡sal ahora mismo!

Se quitó el sombrero y los mocasines.

-Pequeña, sujétame esto, ahora vuelvo.

Y echó a correr hacia los arbustos. Se escucharon unas risas. Casi al instante Janet salió de su escondite, huyendo de Mike tan rápido como podía, pero se frenó en seco al verme. Sonrió tímidamente.

-Hola.- saludó- ¿quién eres?

-Janet, te presento a Isa- contestó Michael a sus espaldas- es mi pareja.

Me estremecí. No conseguía acostumbrarme a ese término. Me acerqué a ella y le di un beso en la mejilla.

-Encantada

-Igualmente- contestó ampliando más su sonrisa- Qué bien, por fin voy a tener alguien con quién hablar cuando me hospede aquí

-Ni que yo no te diera conversación- comentó Michael, fingiendo estar indignado.

Ella le sacó la lengua.

-Bueno, yo me voy. Sólo quería venir a recibir a mi hermano. Que lleva 1 mes desaparecido. Isa, ¿te importa venir un momento? Me gustaría hablar contigo.

-Claro.

Ella echó a andar y yo la seguí, en silencio. No sabía de qué manera romper el hielo. En un determinado momento, se paró, se dio la vuelta, y me contempló con una sonrisa.

-Bueno- comenzó- sabes que el cumpleaños de Michael es pasado mañana, ¿verdad?

Asentí.

-Había pensado que podríamos prepararle una fiesta sorpresa entre las 2, ¿qué te parece?

-Pues…me comentó que iba a encargarse él mismo de los invitados y de la fiesta.

-Bah, ni caso. Mira, hacemos lo siguiente: tú le mantienes entretenido, y yo preparo las cosas.

-Pero Janet, eso es imposible…ya conoces lo inquieto que es.

-Puede. Pero he visto como te mira. Te seguirá a donde tú digas. De hecho ha desaparecido tanto tiempo por ti. Yo me tengo que ir ya. Mañana por la tarde vengo, y ultimamos los detalles,¿ vale?

Se despidió de mí con la mano y se marchó. Me di la vuelta para volver a donde estaba Michael, mientras cavilaba en mi mente las maneras de mantenerle ocupado.

Ese día y el siguiente no dejé que se quedara solo ni un segundo. Íbamos a las Vegas, le pedí que me llevara de compras (no es algo que me guste, pero bueno), que fuéramos a comer, a dar una vuelta en Limusina…él respondía a mis caprichos encantado, le agradaba la idea de hacerme feliz. Por las noches, llegaba tan extenuado que no tenía ganas ni de moverse, momentos en los que yo reclamaba su total atención. Nos besábamos durante periodos de tiempo inmesurables, me cantaba al oído, y luego se dormía, agotado.

Llegó el día de su cumpleaños. Aquella mañana madrugué y le preparé el desayuno, llevándoselo a la cama. Le desperté con un beso en el cuello. Abrió los ojos y me sonrió con dulzura.

-Buenos días pequeña.

-Feliz cumpleaños Michael.¿qué quieres hacer hoy?- le pregunté mientras él engullía su desayuno.

-No quiero celebrar una fiesta. Quiero pasar todo el día aquí contigo, viendo películas y comiendo palomitas. Y luego quien sabe…-contestó guiñándome un ojo.

Me sonrojé de nuevo. Y maldije a Janet en mi fuero interno.

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