lunes, 22 de marzo de 2010

Capítulo 24.


-Sabes que te voy a ganar.

-La otra vez no ganaste, hiciste trampa.

-Si no sabes respetar las normas, no es asunto mío- le respondí carcajeándome.

Nos sentamos el uno frente al otro y observamos como el avión alzaba el vuelo. En cuestión de minutos, ya surcábamos las nubes, quebrando por un instante aquel uniforme manto blanco.

-¿Qué piensas?- me preguntó en un determinado momento.

- En lo insignificantes que somos en comparación con todo esto.-dije señalando por la ventana.- es infinito. Pero sin embargo, la mayoría de nosotros no vemos más allá de lo que se interpone a tres metros de distancia.

-Es cierto. En comparación con el universo, somos como hormigas.

-Sí, algo así.

-Bueno, tú serías una pequeña hormiga torpe y despistada- añadió sonriendo.

-Vaya. Gracias por el cumplido.

Se echó a reír. Se sentó a mi lado, y me dio un apretón cariñoso en la mano.

-Torpe y despistada. Pero sin duda, mi hormiga favorita- concluyó.

Me giré y le sonreí. Me devolvió la sonrisa, y nos quedamos en silencio, contemplándonos mutuamente.

-Sigo sin comprenderlo- murmuré.

-¿El qué?

-Que es lo que ves en mí para querer conservar mi amistad. Piénsalo, tienes cientos de miles de personas (entre las cuales, me incluyo) que darían todo por intercambiar contigo un par de palabras. Y sin embargo, aquí estoy yo. Que soy extremadamente insignificante y normal.

-Y patosa.

-Aparte de eso. No sé Mike…me siento tan simple…

Michael se acercó a mí y sostuvo mi rostro entre sus manos, incrustando sus ojos negros en los míos. Me sonrojé, y el rió suavemente.

-No se trata de lo que careces. Si no de lo que tienes. Y hay algo en como te comportas, no sé el qué, que me dice que nunca jamás me vas a traicionar. Veo en ti que eres capaz de interponerte entre lo que sea con tal de evitar que me lastimen. Es como si supieras algo que yo desconozco, y me protegieras por ello.

Tragué saliva. No sabía que era tan expresiva.

-Aparte de eso- continuó- eres humilde, con sentido del humor, y aún conservas ese atisbo de la infancia que todos los adultos pierden con el tiempo. Por todos esos motivos me siento cómodo contigo.

Cerré los ojos y suspiré, satisfecha.

-Se te olvida añadir lo despistada que soy- comenté, provocando que se riera.

-Sí, pero eso forma parte de quién eres, y lo prefiero así. Es más divertido. Sobre todo cuando te caes- puntualizó, sin dejar de sonreír…

Me acurruqué en su regazo y el me rodeó con sus brazos. Inspiré la fragancia proveniente de su cuello. ¿Había algo en él que no fuese perfecto?

-Por cierto- dijo.- cuando volvamos de Egipto, va a ser mi cumpleaños. Y lo voy a celebrar en Neverland, ¿vendrás?

- Claro que sí.

Michael esbozó una ancha sonrisa.

-¡Va a ser genial! Van a venir muchísima gente famosa. Te presentaré a mis amigos. Y a Elizabeth Taylor!

Tras hablar sobre su cumpleaños unos minutos, nos pusimos a jugar al ajedrez. Tuve que explicarle las normas nuevamente, ya que se le habían olvidado la mitad de ellas. No había nada más divertido que ver la cara que ponía, de verdadera concentración, mientras pensaba en que lugar podría mover sus fichas. Finalmente, y tras unas cuantas trampas por su parte, me ganó. (más bien me dejé ganar). Estuvo jactándose de ello un largo rato. Bostecé ruidosamente. Él me miró comprensivo.

-¿Tienes sueño?

-Mmm, un poco, sí.- contesté desperezándome.

-Ven.

Me cogió de la cintura y me condujo a la parte de atrás del Jet, donde se encontraba una pequeña cama. Me recostó en ella y me arropó con una manta.

-¿Quieres que te cante?- preguntó.

-Si te ofreces…-comenté sonriendo. Adoraba oírle cantar, y si encima me era a mí a quien me cantaba, pues mejor que mejor.

Me devolvió la sonrisa. Y mientras me acariciaba el pelo, comenzó a cantar “someone in the dark” hasta que finalmente, me abandoné a la inconsciencia del sueño.

2 comentarios: