viernes, 12 de agosto de 2011

Capítulo 91.


Definitivamente, la perspectiva de pasar todo el tiempo del mundo con Michael tumbada en una cama no se me hizo tan desagradable. Y menos aún cuando al regresar a Neverland, Michael dispuso la habitación más grande que tenía para mí, cubrió cada centímetro del suelo con los colchones más confortables que jamás había probado y dotó a cada pequeño espacio con su toque personal: figuras de Disney por todas partes, un enorme estante con las mejores películas… Hasta nuestro propio mini bar, que estaba completamente surtido con chocolates, gominolas…

Aquello se acercaba bastante a mi concepto de paraíso. Michael y yo nos pasábamos todo el día tirados en los colchones, haciendo mil y una cosas: Guerras de almohadas, ver películas hasta más allá de media noche, grandes festines de dulces a cualquier hora del día, charlas a veces amenas y divertidas y otras veces más profundas de lo que yo misma recordaba haber tenido jamás… Los días eran muy cortos para aprovechar esos momentos y las noches no lo bastante largas para disfrutar cada beso y cada caricia que él me regalaba. Tras 4 meses de embarazo, empecé a replantearme que podría pasarme la vida así, únicamente con él y una habitación llena de colchones.

Aunque desde hacía un par de semanas Michael estaba bastante ocupado y únicamente venía a verme por las noches. A mí únicamente me decía que estaba preparando un gran concierto en el Madisson Square Garden y que quería que saliese perfecto. Como ya conocía ese afán de perfeccionismo suyo, tampoco lo cuestioné. Él amaba actuar, y yo adoraba verle sobre un escenario. ¿Cuál era el problema?

La mañana del 7 de Septiembre me desperté como todos los días, sobre las 9 de la mañana. Siempre me encantaba dormir hasta la hora de comer, pero desde hacía meses aquello se había acabado. Me despertaba pronto y me entraba el sueño también pronto, por lo que muchas veces cuando Michael llegaba de madrugada ya me encontraba dormida.

Miré a mi alrededor buscando a Michael con la mirada, pero lo único que encontré a mi lado fue una pequeña nota. La desdoblé y leí lo que ponía.

“Pequeña, estoy en el salón de baile ensayando. Concierto dentro de 3 días, ya sabes. Cuando termine subiré a verte. Te quiero”

Suspiré de mala gana. Ese día me había levantado con muchas ganas de estar con él y se me había fastidiado el plan antes si quiera de tener conciencia de que día era. Como esa mañana no tenía ningún mareo y me encontraba relativamente bien, decidí ignorar el desayuno que estaba servido sobre el mini bar y bajar yo misma a la cocina a prepararme algo. Necesitaba estirar las piernas, al fin y al cabo todo no era ir de la ducha a la cama y de la cama a la ducha. Como siguiese así se me iba a olvidar hasta el como se caminaba.

Descendí las escaleras con sumo cuidado de no caerme, pues aún estaba medio adormilada. Doblé la esquina para llegar a la cocina y cual fue mi sorpresa cuando me encontré a una chica morena preparándose algo de comer con toda naturalidad. La examiné más detenidamente, pues ella aún no se había percatado de mi presencia. ¿Quién era? Sólo por su físico deduje que alguna modelo, eso sin duda. ¿Pero que hacía una chica como aquella en mi casa?

-Ejem…-carraspeé, haciendo que me viese y diese un pequeño salto hacia atrás, sobresaltada- Disculpa… ¿Te conozco?

Ella aún tardó un par de segundos en reaccionar, acercándose a mí y estrechándome la mano con una amplia sonrisa.

-Oh, siento no haberme presentado, no te había visto. Bueno no sé si te dijo Michael… Soy una de las bailarinas que participarán en el concierto del día 10. Estábamos ensayando y me dio una bajada de azúcar, así que me ofreció venir a la cocina y prepararme algo para que me recuperase pronto. Espero que no te importe.

-No, claro que no. Encantada de conocerte…

-Carla.

-Un placer Carla- sonreí.

Nos quedamos unos minutos en silencio. Yo la verdad es que tantos meses con la única compañía de Michael habían limado bastante mi capacidad de conversación con las mujeres, y más aún si eran tan despampanantes. En cuanto me di cuenta de que los celos me estaban abordando, me recordé a mí misma que debía respirar y contar hasta tres, aparte de procurar no sacar las cosas de quicio.

Cuando Carla terminó de desayunar, se dirigió al estudio de baile.

-¿Vienes?- preguntó antes de entrar por la puerta

-Esto… no, no. Gracias.- (¿Gracias?¿Por qué le daba las gracias? ¡Ni que aquella fuese su casa!)- debería descansar un poco, ya sabes, no caminar tanto. Espero que os salga bien el ensayo.

-Gracias.

Se despidió con una sonrisa y se metió en el estudio. Al cabo de unos minutos, comenzó a sonar “The way you make me feel”, por lo que supe que el ensayo se había retomado.

Dicen que la curiosidad mató al gato. Debería haberme aplicado el cuento y marcharme, pero no. Me quedé allí, mirando a través de una pequeña ventana a ver qué sucedía. Bueno, allí estaba Michael, tan guapo y perfecto como siempre, practicando sus clásicos movimientos de baile. Hasta ahí todo normal.

Hasta que llegó Carla. Yo sabía que Michael cada vez que cantaba una canción tenía que creerse la letra e interpretarla con sus bailarines. ¿Pero eran necesarias todas aquellas caricias, miradas y sonrisas? Cuando terminó la canción pensé en marcharme, pero decidí quedarme un poco más. Graso error, nuevamente.

En el estudio sólo estaban Michael y Carla, charlando animadamente como si de viejos amigos se tratase. Pero en un momento dado vi como ella se puso de espaldas a Michael, se retiraba el pelo, y cómo él la proporcionaba uno de sus fantásticos masajes. Desde luego ella lo estaba disfrutando de lo lindo, no me hizo falta más que ver su cara.

-¿Isa? ¿Qué estás haciendo?

Ahogué un grito y del susto resbalé y caí en el suelo. Lo primero que hice fue protegerme el vientre con las manos. No quería pasar por un susto similar. Una vez que comprobé que lo único que iba a provocarme aquella caída no sería más que un feo cardenal, dirigí una mirada cargada de odio a la persona que había interrumpido mi aventura de espía y que por cierto, casi me mata de un ataque al corazón.

-Janet, cuando recupere la respiración, te mataré. Lo sabes, ¿Verdad? Anda, ayúdame a levantarme.

Y eso hizo. Cuando llegamos a mi habitación, me ayudó a sentarme y se colocó a mi lado, mientras me sonreía con sorna.

-¿Celosa?

-¿Cómo no voy a estarlo? Entre que estoy horrible con todo esto del embarazo, que aparece esa modelo y que encima tu hermano se pone a darle masajes…

Y en vez de consolarme y darme mimos, que era lo que necesitaba, Janet explotó en sonoras carcajadas. Tras fulminarla con la mirada durante unos 5 minutos, al fin habló.

-¡Mira que eres tonta…! Ya sabes cómo es mi hermano con sus shows… ¡Y lo de esta chica es poco! ¡Tendrías que haber visto ensayos anteriores de otros años! Pero no, esta vez estoy segura. Mi hermano está loco por ti. Siempre lo estuvo. Así que deja de montarte películas. Además, el concierto sólo será una noche. ¿Vas a dejar que te amargue una bailarina que sólo compartirá escenario con él apenas unos 4 minutos?

Ésa sin duda, era otra fantástica pregunta.


4 comentarios:

  1. Guauuu!!! *-* ojalá pudiera estar todo el día sin hacer nada XD me encantó el cap, me da mala espina esa Carla... que Isa no se ponga celosa por esa!!! ;) sigue escribiendo así.
    Por cierto me gustaría que vieras mi nove, sería un gran honor para mi... es esta ---> http://yaiza-jackson.blogspot.com si puedes me encantaría que fueses seguidora, eso si te gusta claro :$
    Un gran abrazo y besos. Chao ^^

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  2. Preciosos los dos capitulos, me han gustado mucho, bien valió la pena la espera. Cada vez que lo leo, pienso que tienes una mente privilegiada, que esta historia, es increible, asi que si me lo permites, ademas de ser tu amiga, ¿me dejas que me declare tu fan incondicional?. Un beso... Charo

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  3. Has regresado! *_*
    Que bueno volver a leer tu nove, que lindos capítulos.
    Es triste que ya queden tan pocos capítulos, tanto tiempo siguiendo esta nove y ya esta llegando a su fin. :(

    Continuala, quiero saber que pasara!
    Un abrazo♥

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