Abrí los ojos. Tenía la vista nublada, por lo que apenas podía vislumbrar aún nada. Percibí el sonido de un televisor en algún lugar no demasiado lejano. Pestañeé un par de veces, intentando mejorar así mi visión. Me encontraba tumbada en una cama que me resultaba algo más que familiar, en una habitación que ya conocía perfectamente. En MI cuarto. “No pasa nada” pensé.”Cuando despierte estaré con Michael y todo volverá a la normalidad”. Me levanté y caminé arrastrando los pies hasta el salón. Mi madre se encontraba allí, cosiendo con tranquilidad.
-Buenos días hija- saludó.
-Hola mamá.
-Ayer nada más llegar de tu viaje a los Ángeles te fuiste a dormir. Cuéntame, ¿Cómo te lo has pasado?
Mi corazón se detuvo momentáneamente. ¿Mi viaje a los Ángeles? ¿de qué estaba hablando? Intenté ordenar las fechas en mi cabeza.
Recordé aquel momento frente a las puertas de Neverland, antes de despertar en 1989. Pero eso…no podía ser real. Había vivido 3 años en los Ángeles, estaba segura de ello. La voz del hombre resonó en mí de nuevo. “Es hora de regresar”. ¿Acaso era eso? ¿Aquella persona podía jugar con el tiempo a su antojo?
Luché por suavizar las facciones de mi rostro antes de que mi madre notara alguna reacción extraña. Cogí aire y lo dejé salir con lentitud.
-Ha sido increíble.
-¿Sí? Bueno, ya me contarás en otro momento todo. Deberías ir arreglándote.
-¿Arreglarme para qué?
-¿No lo recuerdas? Para ir al musical de Michael Jackson, con Amanda. Debe de estar al llegar.
Amanda…sí, de ella me acordaba. La conocía desde que tenía 15 años. Pero del musical no tenía constancia. Intenté recordarlo…pero el primer recuerdo que venía a mi cabeza era aquel instante ante las puertas de Neverland. Bueno, quizás el primero no, pero cualquier esfuerzo por mi parte me enviaba irrevocablemente hacia Michael.
Michael…sólo su nombre provocaba estremecimientos en mi cuerpo. Las lágrimas acudieron a mis ojos, pugnando por salir, pero las retuve. A pesar de que la angustia me obstruía la garganta, no podía dejar ver mis verdaderas emociones.
Un rápido golpeteo en la puerta de mi casa disipó mis meditaciones. Arrastrando los pies, me deslicé hacia ella, y la abrí con desgana. Un par de ojos marrones escudriñaron mi atuendo, y la sombra de una mueca de disgusto pasó por sus labios.
-Eres un desastre. Nos tenemos que ir en media hora, y tú en camisón.
-Hola, Amanda. ¿Qué tal estás?
-Luego te cuento. Y ya me contarás tú, de paso, cómo te lo has pasado en guirilandia. Pero ahora tienes que vestirte. Vamos.
Apenas tuve tiempo de rechistar, pues me agarró del brazo y me arrastró hasta mi habitación. Rehusé mirar a cualquier lado que no fuera el suelo, ya que tenía el cuarto empapelado por cosas de Michael, y no quería que el llanto aflorara en mí de nuevo.
Amanda caminó lentamente hacia el armario, abriéndolo de un tirón. Comenzaron a caer pantalones y camisetas por doquier.
-Ahá. –murmuró.
Me lanzó una camiseta, que atrapé un par de segundos antes de que aterrizara sobre la cama. La examiné, y un escalofrío me recorrió: Era de Michael.
-¿Es necesario precisamente ésta?
Ella se giró, contemplándome atónita.
-Es evidente que sí, ¿No crees?
No respondí. Reprimí un suspiro y me vestí rápidamente. No dediqué tiempo en maquillarme, pues no encontré motivación alguna para hacerlo.
El trayecto a Madrid transcurrió en silencio, al menos por mi parte. Amanda no dejó de hablar en ningún momento, lo cual se lo agradecí. Me sentía tan extraña…Sentía como su faltara una parte de mí, como si el lugar en el que me encontraba no correspondiera a mi época.
Sobra decir que no comprendía nada. Me costaba diferenciar entre presente, pasado y futuro. Era como si hubiera estado en todas las épocas, y en ninguna a la vez.
-Isa, ¿me vas a decir qué te pasa?
Volví al “presente” para contestar a Amanda.
-Sí, es sólo que…he tenido un sueño muy…extraño.
-¿Qué pasaba?
Le relaté todo lo que había sucedido, pero como si de un sueño se tratara. No fue una mala idea, al menos ayudó a desahogarme. Cuando terminé…
-¿Y bien?¿Qué opinas?
Ella me observó detenidamente, para luego desviar la mirada por la ventana del autobús.
-Que estás enferma. Vaya sueño más inverosímil.
-Supongo que tienes razón.
No hablamos más hasta que llegamos al teatro. Sobra decir que durante todo el musical no dejé de llorar, pues no veía a dobles imitando a Michael…le veía a ÉL…y le echaba tantísimo de menos…uno de los dobles se encargó de cantar sus canciones, y su voz era tan parecida…
Por suerte Amanda interpretó mi llanto como la emoción lógica por estar en el musical, y no por haber regresado de un viaje en el tiempo en el que, por cierto, había tenido una relación con Michael.
Cuando el musical llegó a su fin, Amanda me sacó a rastras del teatro para acudir a la puerta de atrás del mismo, para conocer a los dobles. No me apetecía en absoluto, pero no me negué ante su mirada amenazadora. Cuando salió el doble que imitaba la voz de Michael, se acercó a mí, lo cual me sorprendió.
-¿Te conozco?- preguntó.- Soy Mampuele, no sé si me recordarás
-¿Debería?
Esbozó una tímida sonrisa.
-¿No lo recuerdas?- agarró mi mano y nos apartamos del gentío, para hablar en privado.- nos conocimos en Neverland, en el año 2006. Bueno, tu estuviste con Michael todo el rato de la mano.
-No, tienes que haberte equivocado. Yo nunca he estado en Neverland. Y nunca he conocido a Michael.- al pronunciar aquello, las lágrimas hicieron acto de presencia, pero las sequé con el dorso de mi mano rápidamente.
-Estoy seguro de que eras tú. ¿ te llamabas Isa, verdad?
-Buenos días hija- saludó.
-Hola mamá.
-Ayer nada más llegar de tu viaje a los Ángeles te fuiste a dormir. Cuéntame, ¿Cómo te lo has pasado?
Mi corazón se detuvo momentáneamente. ¿Mi viaje a los Ángeles? ¿de qué estaba hablando? Intenté ordenar las fechas en mi cabeza.
Recordé aquel momento frente a las puertas de Neverland, antes de despertar en 1989. Pero eso…no podía ser real. Había vivido 3 años en los Ángeles, estaba segura de ello. La voz del hombre resonó en mí de nuevo. “Es hora de regresar”. ¿Acaso era eso? ¿Aquella persona podía jugar con el tiempo a su antojo?
Luché por suavizar las facciones de mi rostro antes de que mi madre notara alguna reacción extraña. Cogí aire y lo dejé salir con lentitud.
-Ha sido increíble.
-¿Sí? Bueno, ya me contarás en otro momento todo. Deberías ir arreglándote.
-¿Arreglarme para qué?
-¿No lo recuerdas? Para ir al musical de Michael Jackson, con Amanda. Debe de estar al llegar.
Amanda…sí, de ella me acordaba. La conocía desde que tenía 15 años. Pero del musical no tenía constancia. Intenté recordarlo…pero el primer recuerdo que venía a mi cabeza era aquel instante ante las puertas de Neverland. Bueno, quizás el primero no, pero cualquier esfuerzo por mi parte me enviaba irrevocablemente hacia Michael.
Michael…sólo su nombre provocaba estremecimientos en mi cuerpo. Las lágrimas acudieron a mis ojos, pugnando por salir, pero las retuve. A pesar de que la angustia me obstruía la garganta, no podía dejar ver mis verdaderas emociones.
Un rápido golpeteo en la puerta de mi casa disipó mis meditaciones. Arrastrando los pies, me deslicé hacia ella, y la abrí con desgana. Un par de ojos marrones escudriñaron mi atuendo, y la sombra de una mueca de disgusto pasó por sus labios.
-Eres un desastre. Nos tenemos que ir en media hora, y tú en camisón.
-Hola, Amanda. ¿Qué tal estás?
-Luego te cuento. Y ya me contarás tú, de paso, cómo te lo has pasado en guirilandia. Pero ahora tienes que vestirte. Vamos.
Apenas tuve tiempo de rechistar, pues me agarró del brazo y me arrastró hasta mi habitación. Rehusé mirar a cualquier lado que no fuera el suelo, ya que tenía el cuarto empapelado por cosas de Michael, y no quería que el llanto aflorara en mí de nuevo.
Amanda caminó lentamente hacia el armario, abriéndolo de un tirón. Comenzaron a caer pantalones y camisetas por doquier.
-Ahá. –murmuró.
Me lanzó una camiseta, que atrapé un par de segundos antes de que aterrizara sobre la cama. La examiné, y un escalofrío me recorrió: Era de Michael.
-¿Es necesario precisamente ésta?
Ella se giró, contemplándome atónita.
-Es evidente que sí, ¿No crees?
No respondí. Reprimí un suspiro y me vestí rápidamente. No dediqué tiempo en maquillarme, pues no encontré motivación alguna para hacerlo.
El trayecto a Madrid transcurrió en silencio, al menos por mi parte. Amanda no dejó de hablar en ningún momento, lo cual se lo agradecí. Me sentía tan extraña…Sentía como su faltara una parte de mí, como si el lugar en el que me encontraba no correspondiera a mi época.
Sobra decir que no comprendía nada. Me costaba diferenciar entre presente, pasado y futuro. Era como si hubiera estado en todas las épocas, y en ninguna a la vez.
-Isa, ¿me vas a decir qué te pasa?
Volví al “presente” para contestar a Amanda.
-Sí, es sólo que…he tenido un sueño muy…extraño.
-¿Qué pasaba?
Le relaté todo lo que había sucedido, pero como si de un sueño se tratara. No fue una mala idea, al menos ayudó a desahogarme. Cuando terminé…
-¿Y bien?¿Qué opinas?
Ella me observó detenidamente, para luego desviar la mirada por la ventana del autobús.
-Que estás enferma. Vaya sueño más inverosímil.
-Supongo que tienes razón.
No hablamos más hasta que llegamos al teatro. Sobra decir que durante todo el musical no dejé de llorar, pues no veía a dobles imitando a Michael…le veía a ÉL…y le echaba tantísimo de menos…uno de los dobles se encargó de cantar sus canciones, y su voz era tan parecida…
Por suerte Amanda interpretó mi llanto como la emoción lógica por estar en el musical, y no por haber regresado de un viaje en el tiempo en el que, por cierto, había tenido una relación con Michael.
Cuando el musical llegó a su fin, Amanda me sacó a rastras del teatro para acudir a la puerta de atrás del mismo, para conocer a los dobles. No me apetecía en absoluto, pero no me negué ante su mirada amenazadora. Cuando salió el doble que imitaba la voz de Michael, se acercó a mí, lo cual me sorprendió.
-¿Te conozco?- preguntó.- Soy Mampuele, no sé si me recordarás
-¿Debería?
Esbozó una tímida sonrisa.
-¿No lo recuerdas?- agarró mi mano y nos apartamos del gentío, para hablar en privado.- nos conocimos en Neverland, en el año 2006. Bueno, tu estuviste con Michael todo el rato de la mano.
-No, tienes que haberte equivocado. Yo nunca he estado en Neverland. Y nunca he conocido a Michael.- al pronunciar aquello, las lágrimas hicieron acto de presencia, pero las sequé con el dorso de mi mano rápidamente.
-Estoy seguro de que eras tú. ¿ te llamabas Isa, verdad?
Siguela Porfavor si antes estaba intrigada con lo que iba a pasar ahora lo estoy aun mas Gracias!!! por subirlo
ResponderEliminarAYYYYYYYY Isita Gracias por seguirla, pero quien es ese personaje que te conoce del 2006, que te vio en esa epoca??
ResponderEliminarBESOS
muchas gracias por volver a poner capitulo hoy tuve un dia malisimo y cuando varias veces la tengo esta historia me distrae :) la verdad con esto vuelo rio y hasta lloro jeje y si de esa manera lo siento cerca Muy. De veras gracias. Me he fijado en el aviso pero ya han cerrado la página no la vi pero mejor asi no hay porque copiar el esfuerzo de otros. Esperare con ansias el siguiente ;) saludos
ResponderEliminarGracias Gracias Gracias!!! :)
ResponderEliminarno sabes el salto que he pegado cuando he visto tu actu isita! que alegria:)
pero...y esto? de que lo conoce ese chico? ya sabes..haz que la espera sea coorta..
muchisimos besos!! gracias! :) :)
paolii95
Isa! que bueno que estas de regreso. Mira despues de tantos dias de chequear tu blog a ver si pusiste mas capitulos y hoy me doy con la sorpresa de varios caps!
ResponderEliminarMUCHAS GRACIAS!!!! Bueno seguire leyendo porque estoy mas que confundida igual que tu personaje de tu novela jajajaja
gracias por tu tiempoooo
CLAUDEA
Hombreeeee, qué sorpresa, aparición estelar de mi querido Mampuele!
ResponderEliminarVi el musical 8 veces, totalmente enganchada... Y ahora a seguir la gira!
No sé si leíste esta entrada:
http://missmisi.blogspot.com/2010/03/mj-confesionario-vii.html
Un secreto... la mano que asoma por el margen derecho de la foto es de mi chico, el Sr. Lobo... ;-)
Muy chulo, Isa, gracias.
Eso rdsi iba a decir Isa. Pon privada todo lo que subas. Yo lo hago así y mando invitación a quien lo quiera leer, pero no le dejo abierto para que cualquier persona lo lea. Hay muchas webnovelas en Internet y no van a copiar a todo el mundo pero hay que temer cuidado. Nunca entenderé a quien plagia el trabajo ajeno y lo publica como propio. En fin. Sigue así
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