Me levanté y comencé a andar en círculos, expectante. Su voz rompió el silencio.
-Está bien.
Aullé de alegría y me lancé sobre él, sin importarme lo más mínimo si le hacía daño o no. Iba a volver a ver a Michael, a sentirle a mi lado, a abrazarle, a…
-Pero con una condición.
-¿Cuál?
-Antes de nada, has de saber que no puedo enviarte otra vez a 1992…como ya te dije, he tenido que cambiar muchas cosas y dejar que éstas siguieran su cauce…así que te haré regresar en 1994.
Un escalofrío de pánico me recorrió. No podía permitirme perder tantos años.
-Eso es demasiado tarde…
-Sé lo que estás pensando. No tienes de qué preocuparte. Si cumples tu palabra, y no te entrometes, no te haré marcharte de nuevo. Podrás quedarte con Michael hasta el…
-No lo digas- murmuré.-¿Pero cómo no voy a entrometerme? Acabas de decirme que Michael se había enamorado de mí.
-Y así es. Pero ha logrado rehacer su vida, y no puedes desmoronarla de nuevo.
-Pero…
-¿Es que no puedes conformarte con ser su amiga, su compañera, su apoyo, su soporte?
Lo medité unos instantes. Sí, claro que podría haberme conformado con ello. Hasta el momento en el que rocé sus labios.
En cuanto a la parte de ser sólo su amiga…bueno…era consciente de que me iba a ser completamente imposible, pues jamás había amado a alguien como le amaba a él. Aunque no resultaba difícil hacerse a la idea, al menos mientras no le tuviera frente a mí, claro.
Caminé hacia Eric, indecisa.
-Vale…- comencé- ¿Qué tengo que hacer?
-Una cosa antes. No lo vas a entender, pues es demasiado complicado, pero intentaré explicártelo. Mientras estás aquí, también has pasado allí 2 años. Es decir…tu vida ha continuado. Nadie ha notado tu desaparición, nadie salvo Michael, claro.
En eso tenía razón. No me había enterado de nada.
-Vale…pero… ¿Ha habido algún cambio importante que deba saber para no meter la pata?
-No demasiados. Vives con Judith, sigues trabajando en aquella tienda de ropa, y poco más.
-Mmmm- no sonaba tan mal teniendo en cuenta las circunstancias- de acuerdo.
-Cierra los ojos.
Obedecí. Sentí nuevamente su mano sobre mi frente, y como el cansancio se apoderaba lentamente de mí. Hasta que finalmente, me abandoné a la inconsciencia del sueño. ¿Mi último pensamiento antes de ese momento?: Michael.
-¡¡¡¡¡¡ISAAAAAAA!!!!!! ¡¡¡DESPIERTA, VAMOS!!!
Aún con los ojos cerrados, me incorporé y me puse de pie.
-¿Qué pasa?
-¿Cómo que qué pasa?- a pesar de que los ojos aún no los podía abrir, reconocí el tono de voz irritado de Judith- Me han encargado el trabajo más emocionante de toda mi carrera periodística, al cual me vas a acompañar, ¿y me preguntas que qué pasa? Menos mal que ya compramos tu vestido, porque no tenemos tiempo para…
La oí alejarse mientras seguía con su monólogo, soltando improperios de todo tipo. Me froté los ojos, y por fin los abrí. Y allí estaba: en un apartamento precioso, muy luminoso, y con vistas al paseo de la fama. “Pues sí que me las he arreglado bien estos 2 años, y yo sin saberlo”, pensé para mis adentros.
Me entraron ganas de inspeccionar el apartamento, de investigar un poco, pero apenas había avanzado un par de pasos y ya tenía a Judith frente a mí, tendiéndome un vestido plateado.
-Es precioso, ¿verdad?- comentó.- la verdad es que James tiene muy buen gusto para estas cosas…
¿James? Pero…¿James no se había enfadado conmigo? Sacudí la cabeza, confusa. No entendía nada. Judith me miró y esbozó una sonrisa pícara.
-Por cierto-añadió con voz melosa-me tienes que contar como fue la noche entre vosotros 2 el miércoles…-al concluir me guiñó un ojo.
¿James y yo…? ¿Habíamos…? ¿Éramos…pareja? ¿Por qué demonios Eric no me había dicho nada sobre eso?
-Isa, por Dios. Tengo asientos para ti y para mí en primera fila, en una entrega de premios que empieza en una hora. ¿Es mucho pedir que dejes de estar en tu pompa y vueles ahora mismo a arreglarte?
Judith me llevo a empujones hacia el baño, y mientras yo me ponía aquel vestido, ella se encargó de maquillarme y peinarme, mientras me hablaba con total naturalidad, como si no hubiera notado que realmente no había estado allí esos 2 años. En media hora estuvimos listas. Apenas tuve tiempo de mirarme en el espejo al salir de casa, pues Judith tiraba de mí con tal fuerza que pensé que me iba a romper el brazo. Ya en su coche, de camino a la entrega de premios…
-Oye Judith… ¿De qué es la entrega?
-Son los MTV- comentó mientras sacaba una libreta y tomaba sus primeras notas.- pero aún se desconocen los invitados. Supongo que por eso estoy tan nerviosa.
Asentí y miré por la ventanilla. Mis pensamientos se hallaban a unos 80 km de distancia, atravesando unas puertas que habían cambiado mi vida. Neverland.
Al llegar al edificio, Judith enseñó los pases y nos condujeron hacia nuestros asientos. Nuestro sitio era privilegiado. Mi amiga debía de ser una muy buena periodista para que le permitieran hacer su trabajo desde esa posición.
Intercambiamos un par de palabras mientras el auditorio se llenaba. Y de repente, el telón que cubría el escenario se abrió por el medio, para dejar pasar a dos personas por la pasarela. No me hizo falta ni un segundo para darme cuenta de quien se hallaba caminando casi hacia donde yo me encontraba: Michael. Y no estaba sólo. Lisa Marie lo acompañaba.
La promesa que le hice a Eric sobre mantenerme al margen se fue al traste en cuanto volví a ver a Michael tan cerca de mí, tan perfecto, con esa manera de caminar que me hacía enloquecer…
Comenzó a hablar al auditorio, y entonces, giró su cabeza, y nuestros ojos se encontraron. A pesar de que llevaba gafas de sol, supe que me estaba mirando, no me cabía ninguna duda. Esbocé una tímida sonrisa, pero en cambio, a él se le endureció la mandíbula, y dejó de sonreír. Siguió hablando, sin dejar de mirarme. Algo iba mal…no me miraba de aquel modo cálido al que me tenía acostumbrada. Su mirada era gélida, tanto que hasta me dolía.
Y entonces, después de mirarme una vez más, se volvió y besó a Lisa.
Y de nuevo, todo encajó. Ahora sabía a qué se debía aquel beso repentino en la entrega de premios…a mí.