viernes, 26 de febrero de 2010

Capítulo 9.


CAPÍTULO 9

Me cogió de la mano y nos dirigimos a unas puertas, donde se encontraban un par de chicas, con el uniforme puesto.

-Hola- saludó Michael amablemente- veréis…mi amiga quiere ver a los delfines y me preguntaba si sois tan amables de dejarnos pasar y estar un rato con ellos.

Parecieron las palabras mágicas. Asintieron con una sonrisa, nos abrieron las puertas, y caminamos al interior. Allí había varias piscinas, abiertas por unos extremos, que comunicaban con la parte donde se hacía el espectáculo. Me asomé con curiosidad, y vi un delfín nadando en círculos. Una de las chicas tocó un silbato que llevaba puesto y, al momento, el mamífero dio un pequeño salto y se quedó tumbado en el suelo, a escasos centímetros de donde yo me encontraba. Me agaché y lo acaricié lentamente, maravillándome con la textura de aquella piel, de su color…Michael se arrodilló a mi lado y lo acarició también.

-¿Sabes?- comentó- también este es uno de mis animales favoritos. Junto con las águilas. Pero también son laas que más odio.

-¿Por qué los odias?

-Porque son libres. Y cuando algo les asusta, vuelan a una velocidad de vértigo, dejando el miedo atrás.

Asentí pensativa.

-A mí también me gustaría ser libre. Y poder huir de vez en cuando. Me gustaría ser alguien normal. Como tú. Supongo que por eso no quiero que te vayas. Eres el vínculo que me une al mundo normal. A mí también me gustaría volar.

Enmudecí. Esa parte era nueva. ¿No quería que me fuera? Iba a decir algo, pero me detuve. Una pequeña lágrima asomó en sus ojos. Esa visión me dolió mucho más que cualquier otra cosa que hubiera visto jamás. Olvidé al delfín y me acerqué a él, que agachó la cabeza, rehuyendo mi mirada. Le toqué la cara, con indecisión, intentando así que me mirara. Y lo hizo. Le contemplé en silencio. Casi podía palpar su dolor, porque ahora también era parte del mío. Así que lo abracé, tan fuerte que hasta me hice daño en las costillas, pero no me importó. Siempre había sido sensible a su dolor. Cuando él lloraba, yo lloraba. Cuando él reía, yo reía. Eso formaba parte de mí. Noté como lloraba en silencio, y yo no era capaz de decir nada. Sólo notaba como sus lágrimas mojaban mi camisa. Al cabo de un rato, dejó de llorar. Pero no se separó de mí. Se quedó apoyado en mi hombro hasta que empezó a oscurecer. La luna comenzó a hacer acto de presencia, iluminando el agua. Michael se separó de mí, y me sonrió. Pero aquella era una sonrisa carente de alegría.

-Gracias-susurró- siento haberte hecho pasar por esto, pero hay momentos en que se me hace demasiado cuesta arriba.

-No tienes que disculparte por nada.- le dije mientras contemplaba el reflejo de la luna en el agua.- No eres el único que tiene esos momentos.

-Pero tu vida es perfecta- me contestó mientras me agarraba la mano.- tienes una familia, amigos, gente que te quiere… ¿qué te puede faltar?

“Tú”, Pensé. “Me has faltado durante 7 meses. Durante todos esos días y esas noches.”

Guardé silencio.

-¿Ves? lo tienes todo. No puedes venirte abajo.

-En algún momento todos nos sentimos solos-me las apañé para contestar, pues los recuerdos de esos 7 meses atrás me estaban creando un nudo en la garganta- y eso también ocurre en mi mundo.

-Vale. Puede que tengas razón- dijo riéndose.- Pero bueno… ¿seguimos aquí no? Eso es lo que hace que la vida merezca la pena. El ahora.

Se incorporó y levantó, tendiéndome la mano para ayudarme a ponerme de pie.

-¿Sabes qué?- me preguntó, repentinamente entusiasmado.

-¿Qué?

-Me apetece ser libre, me apetece volar. Como Peter Pan.-dijo con una fugaz sonrisa.

-¿Y qué piensas hacer?

-Vámonos de aquí. Cojamos un avión, y volemos. Cómo las águilas.

Le miré sorprendida.

-Pero…¿Y tu concierto?

-Que se vaya al infierno. Quiero ver el mundo real, quiero alejarme de esto.

Se dio la vuelta y me miró. Se acercó a mí y cogió mi mano entre las suyas, observándome con intensidad.

-Enséñame tu mundo. Muéstrame tu hogar.

-Michael, no te sigo…¿qué estás intentando decir…?

-Que tú y yo, vamos a viajar esta noche a Madrid, vamos a ir a tu pueblo, y vas a mostrarme aquello. Tu instituto, tus amigos, tu familia…y quiero pedir unas pizzas- añadió riéndose.- Bueno,¿qué me dices

4 comentarios:

  1. Dios, me hiciste llorar en esa parte:

    -Pero tu vida es perfecta- me contestó mientras me agarraba la mano.- tienes una familia, amigos, gente que te quiere… ¿qué te puede faltar?

    “Tú”, Pensé. “Me has faltado durante 7 meses. Durante todos esos días y esas noches.”

    :(

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  2. Empece a leer tu historia....te juro que se me erizo la piel cuando escribiste que él te faltaba. tenfo un nudo en la garganta...por Dios no te despiertes nuncaaa...voy a seguir leyendo...

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  3. llorando me tienes...mañana me lo vas a pagar jaja :)increible!!!

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  4. Es preciosa tierna y emocionante. Tienes una gran sensibilidad

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