Seguí caminando, hasta que me di cuenta de que Michael no me seguía. Detuve mi marcha, y le busqué con la mirada. Le localicé unos metros por detrás de mí, completamente paralizado.
Regresé hasta donde se encontraba, observándole extrañada.
-¿Qué ocurre?
No me respondió, pues tenía la mirada clavada en un punto fijo. Seguí la dirección de la misma, pero no vi nada capaz de detenerme. Examiné nuevamente a Michael, cuyo dulce semblante se encontraba endurecido y había sido sustituido por la más fría de las expresiones. El ruido de un trueno provocó que me sobresaltara. Alcé la vista y divisé como el cielo comenzaba a cubrirse de nubes. Se avecinaba una buena tormenta.
-Será mejor que nos vayamos- dijo la voz de Michael muy cerca de mi oído.
Volví a mirarle, en busca de alguna respuesta a su reacción anterior, pero de nuevo me topé con su dulce mirada y una de sus sonrisas.
-¿Qué te ha pasado antes?-pregunté- Te has quedado como… En trance, o algo así.
Él se echó a reír ante mi ocurrencia, y despeinó mi cabello con una de sus manos.
-Qué cosas tienes… No me ha pasado nada. Me he quedado en blanco, eso es todo.
¿Me estaba diciendo la verdad? Busqué la respuesta en sus ojos, y en ellos no atisbé la más mínima de las mentiras.
Una gota aterrizó sobre mi mejilla. Escudriñé el cielo una vez más: Estaba empezando a llover.
-¿Nos vamos?-preguntó mientras me tendía la mano.
Titubeé unos instantes. No me apetecía irme. ¿Por qué no disfrutar de la lluvia? Para mí, se trataba del mejor remedio contra los miedos. Dejar pasar el tiempo mientras el agua bañaba mi rostro, llevándose lo peor de mí y sumiéndome en la más absoluta tranquilidad. Así que sonreí y me quité la chaqueta, dejándola caer sobre la hierba. Michael me miró sin comprender.
-Te echo una carrera.
-Sabes que vas a perder-contestó mientras se descalzaba, correspondiendo a mi sonrisa.
-Bueno, eso está por ver. ¿Hasta dónde crees que serás capaz de seguirme el ritmo?
Dejó escapar una carcajada, tiñendo el lugar con el sonido de su risa.
-Ahm… Hasta aquel árbol de allí-dijo señalando un roble que se hallaba a unos doscientos metros. Uno, dos…
Y sin más, echó a correr.
-¡Serás tramposo…!-grité mientras le imitaba, pero segura de que no me había escuchado, pues ya nos separaban bastantes metros de distancia.
Comenzó a diluviar, por lo que me fue muy difícil llegar hasta el punto de encuentro sin tropezarme y caer sobre los charcos de barro que comenzaban a formarse. Finalmente alcancé el roble, donde Michael me esperaba, recostado sobre él y con una enorme sonrisa dibujada en sus facciones.
-¿Ves? Te dije que te ganaría.
Le asesiné con la mirada y salté sobre él, derribándole al suelo. Nos echamos a reír como dos niños pequeños, y no pude evitar recordar un momento parecido que habíamos vivido con anterioridad, aquel día en la pedriza. ¡Era todo tan sumamente fácil por aquel entonces…! Ese año en el que sólo estábamos él y yo, con todo el tiempo por delante.
No pude evitar entonces que una lágrima resbalara por mi mejilla. Él lo notó y con la más leves de las caricias, la secó.
-Subamos, aquí nos vamos a mojar.
-¿Subir? ¿A dónde?
-Al árbol, ¿dónde si no?
-¿Estás loco? ¿Con la tormenta que hay?
-Créeme, no va a pasarnos nada.-contestó completamente seguro de sí mismo.
Me tendió su mano y me ayudó a subir a la parte intermedia. Aquel lugar me sonaba de algo, pero no podía descifrar el por qué…
Cuando subió Michael, me rodeó con sus brazos, mientras dibujaba con sus dedos formas invisibles en el dorso de mi mano.
-Nostalgia, ¿Verdad?-preguntó.
Asentí.
-Es una tontería… Al menos ahora que estás aquí conmigo… Pero no puedo evitar echar de menos aquellos momentos, en los que era todo tan sencillo, tanto como respirar…
-No tienes de qué preocuparte. ¿No te das cuenta? Somos Peter Pan y campanilla. Para nosotros el tiempo no existe. Nada. Sólo el aquí, y el ahora. ¿De qué nos sirve vivir atormentados pensando en un futuro incierto, o vivir apenados por la nostalgia de un pasado que sabemos que no se repetirá? El ahora, eso es lo que importa.
Le miré pensativa unos segundos.
-Pero Michael…
Me interrumpió, negando con la cabeza.
-Sólo tú y yo. Aquí, en este momento. ¿Qué sería de nosotros de no ser por estos pequeños momentos?
Y sepultó sus palabras con un beso.
-Me gusta este lugar-añadió instantes después- ¿Sabes que aquí he compuesto muchos de mis temas?
Abrí la boca a causa de la sorpresa, y caí de repente el por qué me sonaba aquel lugar. No era otro que SU árbol, el mismo que siempre había deseado visitar. El móvil de Michael comenzó a vibrar. Asesiné con la mirada al irritante objeto. Michael me miró, como si se estuviese disculpando, y después contestó. Colgó al cabo de un par de minutos.
“No me lo digas” pensé para mis adentros. “¿Lisa? ¿Debbie? ¿Fran? ¿Eric? ¿Quién iba a aparecer?" Cerré los puños con fuerza y me preparé para su respuesta.
-Pequeña, tengo visita. Janet ha venido a pasar el día. ¿Vienes?
Casi lloré del alivio. Al final iba a ser verdad que Eric nos iba a dejar en paz durante mi embarazo...
Me equivocaba, una vez más.
Muchas gracias por el capitulo Isa, que bello!
ResponderEliminarLeyéndolo también he sentido como nostalgia haha esos días de Isa y Mike eran hermosos.
Ah, Me asalta una duda, ¿Michael sabe sobre Eric? Esa duda me carcome! Que ha visto Michael? a Eric? lo sabía! haha
Y bueno, gracias por otro maravilloso capitulo, se me ha hecho corto, pero hermoso..
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