Fueron los brazos de Michael los que lograron que me tranquilizara.
-Isa, ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado?
-Nada...es sólo...he tenido una pesadilla.
-¿Quieres hablar de ella?-preguntó con un deje de preocupación en su voz.
-No...no es necesario. Estoy bien.
Apenas me hizo falta mirarle para saber que no se había creído mi embuste, pero dejó pasar el tema, cosa que agradecí enormemente.
Alcé la cabeza en busca de algún reloj, pues desconocía cuanto tiempo había estado dormida.
-¿Qué hora es?
-Las cuatro de la tarde. Has dormido bastante. ¿Tienes hambre? Puedo bajar a por algo de desayunar.
Mi estómago respondió por mi con un sordo gruñido. Michael rió.
-Vale, espérame aquí. Vuelvo en seguida.
Tras abandonar la habitación, dejé caer mi cabeza nuevamente sobre la almohada, respirando con dificultad. De seguir teniendo esos sueño, acabaría por volverme loca, desde luego. No podía dejar que Matt siguiese interviniendo en mi vida de esa manera, aún cuando no le conocía. Un suave golpeteo en la puerta de la habitación me distrajo momentaneamente. Dudaba de que se tratase de Michael, pues apenas habían transcurrido un par de minutos desde que se había marchado. Aún así, y a pesar de que una pequeña voz en mi cabeza me decía que no lo hiciera, me levanté y abrí la puerta.
Mi respiración se detuvo en el acto, y cada una de mis terminaciones nerviosas cobraron vida propia. El hombre me contemplaba con una media sonrisa al otro lado de la puerta.
-Servicio de habitaciones-anunció.
-Eric.
-¿Me dejas pasar?
Dubitativa, comencé a cerrar la puerta, pero él freno el movimiento con su pie.
-Sabes que una puerta no va a impedir nada, Isabel. Tenemos que hablar.
-No tengo nada que hablar contigo.-contesté apretando los dientes.
-Yo creo que sí. ¿Cómo van esos sueños?
No le contesté. Intenté aferrarme con toda la fuerza que me fue posible al pomo de la entrada, negándome a moverme de allí. Eric volvió a reírse.
-Desconozco por qué me tienes tanto miedo. No voy a llevarte a ninguna parte. Además, algún día comprenderás que te estoy haciendo un favor.
-¿Un favor?-pregunté con un tono de voz algo más que elevado.-¿Complicarme la vida de este modo es hacerme un favor?
-¿Me vas a dejar pasar o qué?
Tras unos segundos, suspiré y abrí más la puerta, cediéndole el paso. Él caminó hacia el centro de la habitación, para sentarse después en el borde de la cama. Le contemplé impasible hasta que finalmente habló.
-Sé que tienes preguntas que hacerme. Por eso he venido.
-Te vuelvo a repetir que no tengo nada que preguntarte.
-¿Estás segura? ¿Ni siquiera por esos sueños?
-¿Por qué no me dejas en paz? ¿Por qué siempre tienes que estar detrás de todo?
Eric ladeó la cabeza mientras jugaba moviendo sus pies de un lado para otro.
-Porque me desobedeciste. Te dije que no volvieras a meterte en su vida personal, que mantuvieses a raya tus sentimientos. Y me fallaste. Además, tampoco estoy siendo tan cruel. Podría haberte llevado de vuelta al presente por esto y no haberte dejado volver nunca. Además, he venido a ofrecerte algo.
-Nada de lo que tú me puedas ofrecer voy a quererlo- contesté plenamente segura de ello.
-¿Eso crees? ¿Y si te dijera que Michael va a conocer a Matt en persona? ¿Y si te dijera que tienes esa oportunidad para conocerle? ¿Y si...?
-Para, para-le interrumpí alzando la mano.- Me da lo mismo Matt. Es más, quiero que desaparezca.
-Estás enamorada de él.
-Eso es mentira. La única persona que de verdad amo se llama Michael y debe de estar al llegar, por cierto.
-No lo hará-contestó Eric convencido.- Y puede que no estés enamorada de él ahora, pero lo estarás. Se le llama destino, ¿Lo has escuchado alguna vez?
-Curioso concepto el tuyo sobre el destino. Sobre todo cuando has sido tú el que me ha mandado aquí para cambiar las cosas.
-Te equivocas. Ya te lo dije. Estás aquí porque así lo deseaste y porque yo decidí concederte ese sueño.
-Está bien. A ver...¿Quién es Matt?
-No puedo decírtelo.
-¿Por qué no puedo verle o tocarle, o hablarle?
-Porque es tu futuro, y ahora mismo vives en el pasado. No se pueden mezclar ambas cosas. A no ser que aceptes mi oferta y me dejes avanzar un par de años, hasta el día en el que podrás conocerle a tiempo real.
Retrocedí un par de pasos.
-No vas a hacerme perder más años al lado de Michael. Esta vez no.
-Te equivocas otra vez. No voy a enviarte de vuelta, simplemente voy a acelerar un poco el tiempo. Y vas a seguir al lado de Michael.
-¿De qué me sirve si no voy a poder vivirlos? ¿De qué me sirve si apenas voy a sentir esos 2 años?
Las lágrimas comenzaron a asomar a mis ojos. ¿Por qué siempre tenía que estropearlo todo? ¿Por qué no podía ser como yo deseaba?
-Míralo de este otro modo- dijo Eric levantándose y acercándose a mí.- no tienes otra opción: 2 años al lado de Michael, sin perderle, o toda una vida sin él.
-Jamás me iré de su lado-respondí.
-En ese caso, perfecto. Te prometo que cuando despiertes él estará a tu lado, y nada habrá cambiado.
-¿Por qué haces esto?-pregunté angustiada y huyendo de él, con los ojos anegados en lágrimas.
-Porque ya queda poco tiempo.
-¿Poco tiempo para qué?
Eric sonrió y antes de rozarme la mejilla con su mano, susurró:
-Ya lo entenderás.
Y después, todo se volvió negro.
Unos labios rozaron mi rostro, con la misma suavidad como si de plumas se tratasen. 2 años. Habían transcurrido 2 años. Abrí los ojos, temerosa de no saber que iba a encontrarme. Pero ahí estaba Michael, igual que siempre. Mirándome con la misma dulzura de siempre, sonriéndome de esa manera que provocaba que mi corazón se detuviese. Michael, sólo él. En ese momento, los 2 años no me importaron.
Él seguía conmigo, queriéndone como siempre, eso era lo que de verdad importaba. En definitiva, ¿Qué era mejor? ¿Dos años sin él o toda una eternidad? No me hizo falta responder cuando él presionó sus labios contra los míos.
-Buenos días-dijo con dulzura- ¿Lista para viajar a España?