miércoles, 25 de agosto de 2010

Capítulo 66.



Apenas recuerdo cuanto tiempo me quedé allí. No podría decir que me quedé absorta en mis pensamientos, porque tampoco fue así, pues tanto mi mente, como mi mirada, se encontraban ausentes. Sin duda era una jugada de Eric, sólo él podía jugar con el transcurso del tiempo a su antojo. Pero, aquel chico...Matt; no podía ser una invención suya. De lo contrario no habría sentido aquellas extrañas y complejas emociones al escuchar su voz.

Como el ruido de un despertador en la peor de las pesadillas, el nombre de Michael acudió a mi cabeza, haciendo desaparecer todo atisbo de temor e incomprensión por lo sucedido. El recordar su sonrisa logró esbozar en mí una sonrisa, levantarme, y volver a la casa, fantaseando con lo perfecto que sería todo con él nuevamente a mi lado. Opté por prepararle una cena, y así mantener mi mente ocupada en otras cosas.

Con la ayuda de Bianca y otros empleados, en cuestión de 3 horas habíamos preparado la cena que sólo cabía imaginarse en cuentos de hadas. El salón únicamente estaba tenuamente iluminado por unas velas, y la mesa estaba ya perfectamente dispuesta para cuando Michael llegase.

-Bianca, ¿Sabes algo de Michael?- pregunté mientras terminaba de colocar las copas.

-Llamó hace media hora para decir que no se demoraría.

-Perfecto. Gracias.

Subí a mi habitación a deshacer las maletas. Entrar en aquellos metros cuadrados trajeron consigo una sensación de paz y tranquilidad. No podía describirlo con otra palabra que no fuese "magia". Algo en esa habitación, me gritaba en silencio que yo pertenecía a ese lugar, y ciertamente lo creía así. Me miré de refilón en el espejo y observé mi rostro demacrado y marcado por las lágrimas derramadas durante todo el día. Sin duda alguna, aquel era el mejor momento para darme una ducha.
Al salir, busqué entre mi ropa hasta encontrar un vestido decente que ponerme. Unos nudillos golpearon la puerta con suavidad.

-¿Sí?

-Michael ya ha llegado. La está esperando.

Su nombre provocó un sordo golpeteo de los latidos de mi corazón. Peiné mi cabello de la manera más elegante posible y oculté mis ojeras tras una fina capa de maquillaje. Abrí la puerta, cogí aire, y bajé las escaleras.
Al final de ellas allí se encontraba él, como en el más perfecto sueño, con esa sonrisa que podría derretir el mundo entero, empezando por mí. Le tendí mi mano y él se inclinó para besarla, lo que provocó que me riera.

-Siempre un caballero.

-Hasta el final. Estás preciosa.

Me sonrojé, y él sonrió. Caminamos hacia la mesa, y nos sentamos el uno frente al otro.
Podría optar por contar lo que hablamos durante todo aquel tiempo, pero no habrían palabras posibles para describirlo. ¿Alguna vez habeís sentido esa conexión, aquella en la que tanto tú, como él, inconscientemente, os rodeaís de una burbuja sólida e irrompible?
Pues eso me pasó con él. Lo que nos contamos era bello, pero lo más bello sin duda eran las cosas que no se decían: Las sonrisas, los roces, el calor de su mirada...En un momento de la cena, su pierna rozó la mía.

-Lo siento-se disculpó.

-No pasa nada- le respondí con una sonrisa.

Y nuevamente, sentí como su pierna acariciaba la mía hasta la altura de la rodilla. Volví a sonrojarme.

-¿Qué quieres, Michael?

-Que me mires.

-Ya lo hago.

-No, no como yo quiero.

Abrí los ojos aún más, sorprendida.

-¿Cómo quieres que te mire, entonces?

-De la misma manera en que lo hago yo, deseándote a cada instante.

Sus palabras no me pillaron desprevenida, pues ya conocía esa faceta de Michael. Aún así, mi mente no pudo controlar que todo mi cuerpo se estremeciera ante la intensidad de su mirada. Él se levantó y me tendió su mano, que yo cogí sin pararme a pensarlo. Nada más hacerlo, me aprisionó contra él, no sin antes sujetar mi mentón con su mano y darme el beso más apasionado que recordaba en mucho tiempo.
La sangre ardía bajo mi piel, mis pulsaciones habían triplicado su velocidad habitual; así como también podía escuhar los latidos desbocados de su corazón. Poco después abandonó mis labios para dirigirse a mi cuello, momento en el cual le aferré la camisa, seguramente haciéndole daño.

-Michael...-articulé entre sordos gemidos.

-¿Sí?

-Bianca...

-Estamos solos. Ya me he encargado yo de eso.

Desconozco en que momento perdí el sentido común, o en que momento dejé de comportarme como siempre lo había hecho. Sólo sé que sus labios provocaban pequeñas descargas eléctricas sobre mi corazón cada vez que rozaban cualquier centímetro de mi piel.
Tampoco recuerdo en que momento dejamos de ser dos, para convertirnos en una única unidad. Pero lo que sí recuerdo, es su voz cada vez que me susurraba "te quiero" al oído. Ese era el motivo por el cual había pasado por tanto dolor y sufrimiento.
Ese era el motivo por el cual había puesto mi mundo del revés por él. Por escuchar esas palabras.

Tras varias horas de intensa pasión y sentimiento, caimos rendidos en la enorme alfombra que cubría el suelo del salón. No quería separarme de él, así que rodé hacia su lado y me acosté sobre su pecho. Él cogió una manta y cubrió nuestros cuerpos con ella. No quería hablar, no había necesidad.
Todo era perfecto así, sin palabras. Sólo sé que me dormí tras sentir sus labios sobre mi frente.

Y sólo sé que el nombre de Matt, acudió a mi mente minutos después.

martes, 24 de agosto de 2010

Capítulo 65.


Aún así, no quería, ni podía; separarme de él, pues la necesidad de tenerle cerca era mayor a cualquier otra que pudiese expresarse con palabras.

-Tengo que irme-murmuró.

Levanté la mirada, sorprendida.

-¿Irte? Pensé que te quedarías conmigo.

-Y lo haría, pero antes tengo que arreglar unos asuntos de marketing y unas entrevistas.

Gesticulé disgustada.

-No tardaré, te lo prometo-concluyó él con su sonrisa particular. Además, sabes que puedes hacer lo que quieras en mi ausencia. Ir al cine, al zoo, montarte en las atracciones que más te gusten...

-Supongo que daré un paseo. Me vendrá bien.

-Eso estará genial. Pero procura no perderte, que te conozco.

Le fulminé con la mirada.

-Perdona, pero tienes que saber que en estos 2 años...

Me habría encantado terminar la frase, pero el roce de sus labios sobre los míos la desarmó por completo. El beso fue corto, sencillo. Pero muy tierno. Tanto que hubiese deseado que no acabase nunca. Se separó de mí, y volvió a sonreír. Adoraba verle tan feliz, era en esos momentos en los que creía ver su alma.

-Vendré para cenar.

-¿Eh?- pregunté distraída tras haberme perdido en mis cavilaciones internas.-Claro, te esperaré.

Alzó la mano y la presionó suavemente sobre mi mejilla. Sentí como la sangre acudía a esa zona para colorearla. Michael rió.

-Nos vemos luego campanilla.

Se giró y emprendió el camino de vuelta a casa. No desvié la vista de él hasta que desapareció. Al hacerlo, miré a mi alrededor, sin tener demasiado claro que hacer. Opté por caminar hasta donde me llevasen mis pasos. Mientras andaba y contemplaba el paisaje, no podía pensar otra cosa que no fuese en él, en esta nueva oportunidad que me había concedido para demostrarle que le quería. Pensé en todas las maneras en las que podía sorprenderle, en mil formas distintas de besarle...en todo el tiempo que íbamos a pasar juntos, sin obstáculos por fín.

El nombre de Eric apareció momentaneamente en mi mente, y no tardé en desecharlo. Ni siquiera su recuerdo iba a separarme del momento tan dulce que estaba viviendo con Michael.
Detuve mi marcha al darme cuenta de que estaba llegando a las puertas de Neverland. Me sorprendió a mi misma, ya que había una distancia más que considerable entre esas puertas y la casa. Suspiré y caminé hacia ellas, pues era ese lugar el que me había brindado cumplir mi sueño. Acaricié con mi mano la áspera y fría madera, contemplando el exterior con expresión ausente.

"No sé que estoy haciendo aquí. Debería volver" pensé para mis adentros.

Hice ademán de girarme, pero vi algo que detuvo mi movimiento.

No podía decir que era una persona, porque no se apreciaba de tal manera. La sombra de una silueta se encontraba enfrente de mí, al otro lado de la puerta. Por la forma y el contorno, deduje que se trataba de un hombre. Pero por más que me acercaba, no conseguía vislumbrar su rostro, pues estaba difuminado, como en el más difuso sueño.
Pensé en esconderme, pero el hombre no parecía haberme visto. Era como si yo fuese invisible a sus ojos. Contemplé como alzó la mano, y como con una llave, escribió algo en un lateral de la puerta.
Creí ver como un par de lágrimas caían de sus ojos. Al terminar, con la misma mano presionó el lugar en el que había escrito.

-Isa...-susurró.

El escuchar su voz provocó una reacción extraña en mí. El corazón se me aceleró, y percibí como me sonrojaba. La suavidad de su voz me resultaba familiar, pero por más que lo intenté, no podía recordar el por qué.

El contorno de otra silueta se aproximó a donde se encontraba aquel misterioso visitante.

-Matt, es hora de irnos.

"Matt..." sólo el oír su nombre hizo que un escalofrío me recorriera desde la cabeza hasta los pies.
¿Quién era ese hombre? ¿Por qué sentía como si le conociera? ¿Por qué provocaba esas reacciones en mí que sólo Michael lograba hacerlas aparecer?.

Parpadeé confusa, y una ráfada de viento, se llevó con él aquellas figuras. Confusa y contrariada, me dejé caer sobre la puerta, respirando con dificultad. Sentí ganas de gritar, de chillar ante la impotencia de no comprender nada. El viento trajo consigo una pequeña hoja de papel, que detuve con mi mano antes de que se perdiera entre los árboles. La observé con curiosidad, pues estaba escrita con tinta azul. Desdoblé la hoja y leí su contenido, el cual terminó por desarmar todos mis esquemas.

"Lo que acabas de ver es tu presente, la persona que te pertenece, que te quiere, y a la que amas de igual manera. Tú decides".


Pd: La foto del capítulo es del tatuaje que me hice hace 5 días :). Espero que os guste, y ya de paso callar muchas bocas :)
Siento el retraso, espero que la espera os haya merecido la pena :D
L.O.V.E.